
Acaba de empezar el curso escolar. Una de las preocupaciones de la Asociación de Afectados por la Psiquiatría son los niños, una de las capas más vulnerables de la sociedad.
Buen momento para recordar las palabras del Dr. Peter Breggin ante el Congreso de los Estados Unidos (2010) : A los niños se les diagnostica TDAH cuando entran en conflicto con las expectativas de padres y maestros.
Califica el diagnóstico de TDAH simplemente como una lista de comportamientos que comúnmente causan conflictos y perturbaciones en la clase.

Al diagnosticar a un niño TDAH la culpa del conflicto recae sobre el niño, en vez de examinar el contexto de la vida del niño, atribuyendo el problema a una falla en el cerebro, lo cual está lejos de ser probado.
Los intentos de definir una base biológica del TDAH han fracasado.
Sus palabras son claras: La medicación se convierte en una respuesta coercitiva ante un conflicto donde el miembro más débil del conflicto, el niño, es drogado para que responda a un estado más complaciente y sumiso.

Para él, al drogar a nuestros niños transferimos a los mismos la culpa del mal funcionamiento de nuestras instituciones.
Corrigan (2014) nos dirá que: Dado los posibles riesgos para la salud de la medicación TDAH que van desde convulsiones y disminución del crecimiento a largo plazo hasta incluso la muerte, su supuesto beneficio en centrar la atención y mejorar el comportamiento en la escuela no justifica experimentar a ciegas con la vida de los niños y con su futuro.
Todas las conductas asociadas con el diagnóstico del TDAH son conductas comunes del desarrollo infantil.
¡Nunca deberíamos medicar a niños por comportarse como niños!
En nuestras librerías encontramos el magnífico libro del reconocido catedrático
Don Marino Pérez Álvarez, donde analiza y aborda la invalidez de este diagnóstico desde unas bases científicas. Más Aristóteles y menos Concerta expone con rigor la insostenibilidad del TDAH como entidad clínica. Defiende a los niños del “fuego amigo” que los convierte en enfermos.
Entre otras reflexiones nos dice: El personal escolar podría dejar de ser bróker de la industria farmacéutica. Los políticos podrían pensar antes de promover leyes que fomenten la patologización de la infancia.
Fdo.: M.ª Rosa Arija Soutullo, Psicóloga