A la psiquiatría se acerca uno muchas veces con los ojos tapados, es decir, sin saber mucho de esta rama de la medicina. Esa inocencia nuestra que todos practicamos en  algunas áreas de nuestra vida, nos juega malas pasadas.  Depositamos una confianza ciega y no investigamos lo más mínimo, ni cuáles son las limitaciones de esta ciencia, ni tampoco la eficacia de los métodos, como haríamos cuando queremos invertir  un dinero en un banco, buscar un lugar de vacaciones, u otra serie de actividades con menos riesgo en nuestra vida cotidiana. Sin embargo, estamos dejando en manos de la psiquiatría algo tan importante, tan importantísimo, que abarca a la totalidad de nuestras vidas, a nuestro futuro. Nos tapamos los ojos. Y muchas veces somos víctimas porque hemos ido a la  consulta de psiquiatría  llevando una venda que nos acorta o impide ver el campo en el que nos movemos.  Parecerá muy crudo, pero es lo cierto.

Si nos vamos a operar de  algo,  y nos dicen que las posibilidades de mejora son de un 20%, y que en un 80% vamos a quedar mal, muchos renunciaríamos a esa operación, porque nos parecería que es muy poco lo que tienen que ofrecernos.

 Ah, pero como  los psiquiatras son unos señores/as que se han hecho una larga carrera, con muchos estudios, confiamos a ciegas, nos hemos  tapado los ojos. Sí, se han pasado muchos años estudiando, pero de medicina, y no hay que negarles su utilidad , la tienen en ciertas áreas, en muchas, pero no en las  enfermedades cuya causa principal se desarrolla en el campo del espíritu humano, del yo de la persona. Ahí muchos de ellos son creadores de ilusiones de cura.

Sobre  esas enfermedades, originadas en el campo de la palabra, de lo social, y en la que sus estudios de psiquiatría  les han dado tan pocas herramientas, y tan deficitarias, tan deficitarias que el porcentaje de cura, no existe, porque las medicinas psiquiátricas no curan, poco pueden aportarnos.  Es como si una planta, atacada en sus raíces, quisiéramos  curarla aplicando productos sólo  para sus hojas. Obraríamos como ilusos

Muchos hemos sido víctimas de  transitar en el campo de la psiquiatría  con los ojos tapados,  y no hemos preguntado, pero doctor, esto me va a curar de verdad?, voy a dejar de estar mal para siempre?, mi malestar emocional va a terminar desapareciendo?, cuando quiera dejar las pastillas, voy a  poder hacerlo fácilmente? cuánto atacan estas pastillas a mi organismo?,  es seguro que no me van a  crear dependencia? Pero doctor, no hay otras alternativas?

En relación a la infancia y a la adolescencia habría muchas preguntas que hacerles, muchísimas.

 No se puede abordar el problema de mi hijo hiperactivo de otra manera?  Antes, a los chicos hiperactivos no se les daba nada, la receta era hacerles gastar energía y tener mucha paciencia.

 Si mi hijo tiene tendencias  depresivas, no sería mejor investigar si está sufriendo un bullying, no estará rechazando nuestro divorcio y podría estar afectado por ello?  Hablar con ellos, ir a un psicólogo, atacar el problema de raíz, puede ser  muchísimo más útil que arriesgarnos a hacer un enfermo crónico.  Antes, a los  niños que tenían problemas emocionales, no se les daban pastillas. Y la realidad es que las cosas no han mejorado por las pastillas psiquiátricas. Los índices de suicidios de adolescentes han subido. Todo debemos intentar, antes de dejarnos llevar por la idea de que la medicación psiquiátrica es mágica.

 Sin querer podemos ir a las soluciones inmediatas, a lo cómodo, a lo mágico.

 Nosotros cuando no inquirimos, y lo debemos hacer mucho,  cuando no preguntamos, cuando confiamos a ciegas, por no tener información, vamos con los ojos tapados.

Fdo.: Mª Jesús Chocarro (seudónimo)

Psicóloga y madre

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