Mi hijo Mario conoció a Clara en el hospital de día. Era una joven de bello rostro, con la piel clara, como su nombre, el pelo castaño.

Le cogió cariño a Mario y en varias ocasiones le invitó a salir con sus amigas. No era una relación romántica, pues ella ya tenía novio, también del hospital.

Tenía alrededor de 30 años y era una chica de buena familia, vivía en una zona residencial no demasiado lejos del hospital.

Había entrado en el mundo de la psiquiatría a consecuencia del consumo de alguna droga y llevaba ya un tiempo yendo al hospital cuando llegó Mario. Era de naturaleza bastante sociable y era popular entre sus compañeros.

Aquel año como habitual se fue de veraneo al norte de España. No se encontraba bien, quizás por el efecto de las medicaciones, de los tratamientos, de los traumas… ¿quién sabe?

Llamó a su novio, discutieron, estoy al lado de un barranco cerca del mar, ¿me tiro? La llamada se cortó.

Poco después su novio recibió la terrible noticia de la familia de Clara, había caído por un barranco, encontraron su cuerpo sin vida.

Su novio y otros amigos del hospital cogieron el coche y se fueron juntos al norte. Lloraban, rotos de dolor, estaban conmocionados. Clara, ¿por qué?

Fue enterrada allí. Una vida truncada de una hermosa joven con gran corazón.

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