Avanzando o….. retrocediendo en su tratamiento?
Una de estas tardes de finales del curso escolar estuve hablando con una profesora que atiende como profesora de apoyo a niños de entre 11 y 14 años. Lo que me comentó me dio mucho que pensar. Según sus palabras de todos los niños que pasan por psiquiatría de su instituto con el doctor, llamémosle X , a un número importante de niños se les diagnostica Trastorno de Déficit de Atención (TDAH) y les mandan Ritalin o Concerta, según consta en las fichas. Hay un niño en una de las clases que ella atiende, de 11 años, que a causa de la medicación babea.
Parece ser que el número de menores diagnosticados ha aumentado notablemente en relación a hace unos años.
Me acordé que cuando trabajaba en un colegio de psicóloga nunca se medicaba a los niños. Si eran inquietos y no se observaba ningún problema familiar, escolar, o de adaptación social, se les recomendaba salir al parque a correr, practicar algún deporte y a los profesores y padres tener paciencia con ellos, ya que poco a poco irían centrándose. Era una cuestión de temperamento, un poco más inquieto que otros niños. Así ocurría, en general el niño iba poco a poco madurando, y, con paciencia y cariño, se conseguía que su rendimiento fuera adecuado. Se les hablaba a los padres y educadores de las carácterísticas positivas de su carácter, y se les indicaba que si una mosca les distraía y les costaba centrarse, era cuestión de ayudarles con distintas herramientas, creando un ambiente tranquilo familiar, entendiendo sus dificultades y dándoles estímulos apropiados para que canalizasen su energía.
Hoy no , hoy se les da Ritalin o Concerta (metilfenidato) porque se dice que ayuda a regular la dopamina.
Se sabe que el metilfenidato puede causar efectos no deseados, como dolores de cabeza, dolores de estómago, boca seca, cansancio después de consumir la droga, y problemas para dormir. Y que a veces provoca efectos no deseados graves como problemas cardíacos, alucinaciones o tic faciales.
Se explica que su mecanismo de acción está relacionado con la estimulación de los sectores adrenérgicos alfa y beta o la liberación indirecta de la dopamina y de la norepinefrina en las terminaciones sinápticas.
Parece que se ha demotrado que diferentes dosis actúan de diferentes maneras, que en dosis de 1.0 a 2.0 mejora el desempeño de tareas y que en dosis de 2,0 a 3,0 empeora el desempeño de las mismas.
También que con el tiempo se consumen dosis más altas para lograr el mismo objetivo.
¿Cómo se sabe la falta de dopamina que falta en el cerebro? ¿o cómo se sabe que sólo es ese neurotransmisor el único involucrado y el que produce el déficit de atención? Porque hablamos de millones de neurotransmisores cuya función no se conoce y puede estar influyendo en ese déficit de atención.
También se dice que en dosis adecuadas no se desarrolla adicción a la droga. Pero que necesita de un control especial pues puede presenta riesgo de abuso y de dependencia. Sí se conoce que las personas que abusan de la droga, se exponen a usos inadecuado, episodios psicóticos, complicaciones cardiovasculares, y fuerte adicción psicológica ¿Es este el camino? ¿Dónde empieza la dependencia? ¿Se está creando a la larga estudiantes que para enfrentarse a situaciones de estrés se enganchen a ella? ¿Es esto lo adecuado? ¿Estamos realmente avanzando en su tratamiento?
Personalmente lo dudo, y mucho.
Mª Jesús Chocarro (Seudónimo)
Psicóloga