
Para la Dra. Joanna Moncrieff, psiquiatra, quien desafía al paradigma biomédico predominante en el ejercicio psiquiátrico, hay un conjunto mínimo de información que se debería saber si vas a empezar a tomar un fármaco psiquiátrico o si ya los estás tomando. La traducción es consentimiento informado.
En general en España el consentimiento informado es escaso, y cuando se recibe información es parcial, muy parcial.
Empecemos por precisar, no es el prospecto del medicamento, el que te debe de dar la información sobre la medicación, que siempre, por intereses comerciales va a tener sus serios sesgos, como está ampliamente demostrado, sino que es la obligación moral de tu médico, en el que has confiado tu salud, ya sea el profesional de Centro de Salud Primaria, o el especialista.

Muchos usuarios acceden a la medicación psiquiátrica desde los Centros de Salud, un tanto por ciento que según las encuestas oscila entre el 45% y el 65% . Cifras muy altas que implican que la sanidad obra como si en medicina general se tuviera que ser expertos en las dificultades emocionales del ser humano, obviando la realidad, que el médico de familia no es un especialista en el alma humana, en los sentimientos y dificultades sociales, en los conflictos del existir, o de las distintas etapas evolutivas, sino un profesional que se tiene que preocupar fundamentalmente por tu salud física. Y no invadir desde la medicina, otros campos, en donde hay profesionales especializados, como los psicólogos, que han hecho unos estudios centrados en estos temas.
Parece que al usuario se le puede hacer un favor, pero a veces, muchas más de la imaginadas, se le puede meter en un infierno, el de los llamados psicofármacos, los cuales crean adicción, la cual no se afirma, con lo que es por omisión negada, y expuesta al consultante al paciente a ella, es decir, una temeridad.
Vayamos a los psicofármacos, la Dra Moncrieff recomienda lo siguiente:
1- Qué clase de estado te va a inducir el fármaco que te recetan? ¿Sedativo o estimulante?
Y, y… te lo cuentan? ¿Cuáles van a ser los efectos que el tóxico que te van a mandar tiene sobre el proceso de tu pensamiento, sobre tus emociones o sobre tu comportamiento?

No te dicen que los psicofármacos en realidad no te vana a facilitar la vida, no, tienen mucho de trampa. Con mucha frecuencia te van a crear otros problemas, porque no curan, adormecen, que es distinto.
2- La segunda pregunta es: ¿qué ocurre cuando el fármaco se utiliza de forma continuada por largos periodos de tiempo? ¿Los efectos del fármaco persisten, o se pierden debido a la adaptación del cuerpo? ¿Qué otros efecto aparecerán? ¿Será necesario aumentar la dosis para mantener el efecto original?
En general, los médicos y los psiquiatras lo saben, a no ser que acaben de salir del horno y pueda haber algún ignorante, saben hay que aumentar la dosis para conseguir el mismo efecto. Así empieza las historia de los ajustes, en general siempre al alza, con lo que la persona cada vez está más psiquiatrizada.
3- En relación a estas reflexiones que Moncrieff nos cuenta en su libro Hablando claro, una introducción a los fármacos psiquiátricos, editado por Herder en el 2008, dice: Se debería de pedir pruebas a cerca de los efectos del uso a largo plazo en la estructura y función del cerebro y de otras partes del cuerpo.
Esto sería lo ético, pero, para un médico de atención primaria que tiene a veces escasamente diez minutos para atender al enfermo, o el psiquiatra, que simplemente tiene un poco más, ¿no sería demasiado pedir por parte del usuario?
No, Moncrieff tiene razón, hay que pedirlas, hay que pedir las pruebas. Es un derecho justo que tiene el usuario, a quien se le va a dar, o ya se le está dando unas medicaciones con efectos que pueden ser desbastadores para su estilo de vida y para su salud.
No se le puede tener con los ojos cerrados, porque implica, es una manipulación, y falta de ética.
4- Hay que tener información sobre los síntomas físicos y mentales posibles (que nos pueden ocurrir) cuando se interrumpe la toma del fármaco.
Entramos en otra parte del consentimiento informado, delicada, y real, porque estamos hablando de drogas, de tóxicos, que producen daños y adicción, del análisis del medicamento centrado en su composición, en lo que nos dan.

Hemos de conocer qué pasa si interrumpimos el tratamiento, es nuestro derecho, es una obligación de la medicina, la expresión de un respeto hacia el (mal) llamado enfermo mental.
Cuanto más tiempo se lleve tomando un psicofármaco, el dejarlo afectará más, cuanto más cantidad del mismo se haya tomado, más difícil será el proceso, y si está polimedicado…, aún más trabajoso.
¿Se explican acaso que dejarlo puede ser un infierno? ¿Que se pueden acentuar los síntomas que tenías? ¿Que producto de la dependencia de ellos se puede tener una recaída? ¿Que pueden producir más ansiedad que la que se tenía en un principio?
Los supervivientes de la medicación psiquiátrica, los que han realizado la lucha para salir de ellos, lo saben. No es fácil, y se va a necesitar empeño, tiempo y ayuda.
¿Si informaran de esta realidad? ¿SI contaran lo que pasa cuando se quiere prescindir de ellos?…¿se tomarían?¿Se engancharían los usuarios a esas píldoras que se ofrecen como si fueran las píldoras de la felicidad?
Un hecho, proliferan las clínicas para las deshabituación de los psicofármacos. ¿Por qué?
La respuesta se deduce: meten en un laberinto difícil de salir sin ayuda.
5- Como la desescalada es muy diferente según la duración del efecto del psicofármaco en el cuerpo, se aconseja que los interesados se informen si las pastillas que toman tienen una vida media larga o corta, es decir cuánto tiempo permanecen en el cuerpo. Porque la reacción del organismo al dejarlo es muy distinta.
Sí, son las píldoras que muy alegremente se recetan en diez minutos, sin decir cómo van a afectar a la larga, en los mismos minutos que dan un diagnóstico, porque lo pide el protocolo en uso. Estos protocolos muchas veces están redactado con la financiación y ayuda de las farmacéuticas que lo comercializan, como Janssen, en relación al tratamiento de la esquizofrenia.
6- La Dra Joanna aconseja que: todo el que considere tomar una medicación psiquiátrica debería preguntarse qué se sabe sobre las posibilidades de recuperación sin el tratamiento farmacológico.
Hay problemas que son de la vida, del existir, como el dolor por la muerte de un ser querido, una ruptura de pareja, un cambio de entorno, sentimientos de soledad, y un largo etc.

A veces podemos tener un problema existencial, ¿qué queremos hacer con nuestra vida, qué sentido le damos?. O …nos encontramos atrapados en un trabajo estresante, nos enfrentamos con sentimientos de soledad, o con conflictos en el campo de alguno de los entornos que nos rodean, familiar, social, profesional, tenemos problemas económicos… Nos parece que no podemos salir solos. Si nos ofrecen un remedio que parece mágico, y nos ponen una etiqueta de apariencia cómoda, estás deprimido, tienes ansiedad, un trastorno de personalidad, podemos caer en la tentación de tomar una pastilla.
El tema, es que el problema seguirá allí, no se soluciona, porque las pastillas no tienen esa capacidad, son pastillas, no curan, no estamos enfermos. Los sentimientos, los problemas del vivir, y los conflictos no son una enfermedad.
7- Los interesados deberían conocer las pruebas que existen sobre si el uso de un fármaco en la situación que estamos viviendo ayuda a mejorarla.
No se trata de lo que nos digan, se trata de lo que es, es decir las pruebas que lo demuestren, porque de los fármacos se dicen muchas lindezas, que no son ciertas y nunca se han demostrado. Podemos leer en un anuncio de una benzodiazepina, el Tranquimazin, en la Revista de Psicopatolgía n.º 1: La benzodiazepina de gran amplitud terapéutica. …Excelente tolerancia por parte del paciente. Con propiedades fundamentalmente ansiolíticas
Lo que no te cuentan en ese anuncio es que a las benzodiazepinas te puedes quedar enganchado en poco tiempo, que es un proceso amargo el dejarlas.
Con la imagen del anuncio ya te están engañando, una mariposa de color que es símbolo de la libertad. Como eslogan en letra pequeña, la compañía Upjohn, nos dice que lleva cien años al servicio de la salud. Para la farmacéutica se tolera bien, pero… los efectos que produce a largo plazo son minimizados, ¿y ayuda eso al problema, dificultad que estamos viviendo para mejorarlo?
8- Volviendo a las preguntas que plantea Moncrieff, otra de ellas es sobre el conocimiento de las pruebas del beneficio a largo plazo. Una cuestión de la que hay mucho que hablar.
Se podrían escribir páginas sobre los efectos negativos en la salud.
Lo dejamos para una segunda parte, junto con otras reflexiones muy interesantes que nos plantea la doctora Moncrieff.
Concluyamos, recibir información es poder decidir libremente, no seducidos por la idea de una píldora mágica que en realidad es un tóxico.
Fdo.: M.ª Rosa Arija Soutullo, Psicóloga

José Ramón Asensio Millán