Este escrito pretende describir el proceso depresivo que he vivido en  los últimos tiempos y alertar a todos aquellos que estén pasando por  una situación parecida para que tengan información de cómo yo he  afrontado este tipo de situaciones. 

En definitiva, trato de transmitir mi experiencia para que a los que vais  a recibir este escrito, que solamente entregaré a los allegados y  personas conocidas, os pueda servir de guía en caso de que tengáis la  desgracia de pasar por una situación como la que yo he vivido.  Últimamente se habla mucho en los medios de cómo cuidar la “salud  mental”, pero pienso que el tratamiento médico y social que se da no  es el adecuado… por no hablar de la estigmatización que ha tenido  socialmente el tema de la DEPRESIÓN. Ojo, no confundir con ansiedad  o estrés  

Para aquellos que me conocen menos comentaré que yo empecé a  trabajar, con apenas 14 años, de botones en una entidad bancaria. Con  15 años comencé a interesarme por actividades relacionadas con la  naturaleza. En un principio me atrajo la montaña, a la que llegué por  diversos cauces y amigos. Pasado un tiempo continué con la escalada,  el esquí, el esquí de travesía, el montañismo de más nivel, etc. Sin  abandonar estas actividades, continué con la espeleología, el descenso  de cañones, el buceo con escafandra autónoma (botellas), el  espeleobuceo… y también, aunque brevemente, me interesó el  parapente. Realicé numerosos viajes por los países más variados, en  muchos casos con el fin de practicar estas actividades. En un  determinado periodo, mis conocimientos sobre estas actividades me  permitieron dedicarme profesionalmente a temas relacionados con las  mismas. 

Con 51 años me prejubilé en la entidad bancaria donde estaba  trabajando. Esto supuso una liberación que me permitió poner en  marcha muchos de los proyectos de viajes y montaña que tenía en  mente. Entretanto, mientras estaba en Madrid salía a la Sierra con  diferentes grupos y amigos, preferiblemente en días de diario, lo que  me permitió conocer a fondo múltiples parajes poco frecuentados de la  Sierra de Madrid y las provincias limítrofes

Registré muchas de mis excursiones con el GPS (tecnología con la que  me había familiarizado especialmente gracias a la ayuda de un gran  amigo mío y compañero de múltiples exploraciones de cuevas y simas), trazando las rutas desde el ordenador. 

A principios del año 2019 empecé a comentar al grupo de amiguetes (4  o 5), con los que salía de marcha a la sierra el día que mejor nos viniera entre semana, que no me encontraba bien. No me dolía nada en  particular, pero me sentía “raro”, sin que pudiera atribuirlo a nada en  concreto. Aumenté el número de salidas a la montaña, pero esto no  supuso alivio alguno ni mejoró mi estado de ánimo.  

En esta situación, y como cada vez iba a peor, inicié una serie de  consultas médicas con diferentes especialistas y pedí analíticas de  sangre y orina, con el fin de intentar encontrar posibles alteraciones  bioquímicas que pudieran ser responsables de mi estado. Todas resultaron infructuosas; mi analítica era normal. Así, terminé en una  consulta en neurología, donde, una vez examinado y a la vista de que  no encontraban nada que pudiera justificar mi situación, me realizaron  una resonancia magnética craneal el 25 de mayo de 2019. No  encontraron nada anormal, concluyendo que “la clínica pudiera estar  más en relación con síndrome ansioso-depresivo” (sic). 

Cuando me comentaron este diagnóstico, yo no podía dar crédito a lo  que me decían. Una depresión, cuando no tengo ningún motivo físico,  social, familiar, de pareja, económico o médico que lo justifique.

Por  ello, y muy a mi pesar, busqué un psiquiatra en la Seguridad Social; pero conseguir una consulta era complicado por la demora de meses  que existía. Así pues, busqué uno en mi sociedad médica y acudí a 

consulta en pocos días. Dicha consulta no duró más allá de 15 minutos  y me fue recetado un medicamento llamado Aremis, Sertralina  (Inhibidor Selectivo de la Recaptación de Serotonina – ISRS) que debía  empezar a tomar progresivamente. Este medicamento se usa para  tratar la depresión y/o trastornos de ansiedad. También se me  prescribió Lormetazepam (benzodiacepina) para el tratamiento de  corta duración del insomnio.

Al comprar estos fármacos y leer los efectos secundarios de los mismos,  me asusté y decidí buscar una segunda opinión. Por un lado, acudí a la  consulta de un catedrático experto en psiquiatría. Tras no aclararme  nada y decir que el diagnóstico y la medicación estaban bien, me cobró 200 € (en negro) por la consulta. Posteriormente acudí a un afamado  psiquiatra de la Seguridad Social, quien en su consulta privada también  me ratificó que el diagnóstico y la medicación eran adecuados y  correctos; y además añadió varias recetas para todo tipo de males  asociados a la depresión. Medicamentos que, por supuesto, ni se me  ocurrió comprar. Me cobró 250 € por una consulta de no más de 20  minutos, pero eso sí, esta vez lo pude pagar con Tarjeta de Crédito.  

Expresé mis dudas a mi amigo espeleólogo anteriormente mencionado  y, dado que tiene una hermana médico que me conoce, me puso en  contacto telefónico con ella y le hablé de mi situación en varias  ocasiones.

Me animó a iniciar la toma de la medicación recetada, aclarándome que lo que tenía era una DEPRESIÓN ENDÓGENA,  término que no me había definido ninguno de los psiquiatras  consultados… ¿? 

Con esta aclaración me puse a indagar en las múltiples publicaciones  editadas al respecto, y, una vez consultadas varias fuentes, llegué a  entender lo siguiente: 

Qué Es La Depresión Endógena 

La depresión endógena es un trastorno que afecta a millones de  personas, pero ¿realmente se sabe qué la distingue de otros tipos de  depresión?: Que a menudo se origina sin factores externos evidentes  y puede ser devastadora. Comprender sus causas y síntomas es crucial  para quienes buscan apoyo o desean ayudar a alguien cercano. 

La depresión endógena aparece sin que haya una causa justificada.  Esto hace que ni el paciente ni su familia entiendan los motivos.  Incluso aunque la persona deprimida se refiera a ciertos sucesos,  normalmente no parecen lo suficientemente graves como para  desencadenar una depresión. 

La depresión endógena se asocia a los cambios biológicos que se  producen en el cerebro. Ésta puede tener un componente genético, sin  necesidad de que exista un factor externo. Sin que este punto este  demostrado científicamente. 

Síntomas de la depresión endógena 

En cuanto a los síntomas de la depresión endógena, diremos que son  muy parecidos a los de cualquier tipo de depresión. Podemos destacar,  en líneas generales, los siguientes síntomas: 

∙ Trastornos de sueño: La persona con este tipo de trastorno duerme  poco, mal o en ocasiones demasiado. Sus patrones del sueño están  completamente alterados.  

∙ Fatiga, falta de energía y cansancio excesivo: Se produce una pérdida  de energía, la persona no tiene ganas de hacer nada.  

∙ Deseo sexual hipo activo 

∙ Falta de memoria y concentración 

∙ Constantes sentimientos de vacío emocional y supresión de la  capacidad de reacción emocional: Una persona con una depresión  endógena no es capaz de reaccionar ante ningún estimulo, no  manifiesta sus emociones. 

∙ Tristeza y ansiedad: Estado de ánimo depresivo la mayor parte del  día. La depresión endógena se manifiesta a través de la pérdida de  ilusión y por la presencia de una inmensa tristeza. Cualquier situación  supondrá un motivo de ansiedad y estrés.  

∙ Trastornos del apetito: En algunas personas con depresión endógena suele ocurrir que o bien presentan un hambre voraz o una desgana  constante. 

Asimismo, pueden presentarse otros tipos de síntomas, como por  ejemplo la pasividad, enlentecimiento tanto físico como mental,  nerviosismo e irritabilidad, sentimientos de angustia, dolores y malestar  general. En ocasiones, incluso puede aparecer una ideación autolítica  (pensamientos suicidas). 

Diferencias entre depresión endógena y exógena 

La principal diferencia que podemos hacer entre estos dos tipos de  depresiones es la causa. 

La depresión endógena es un trastorno que afecta al estado de ánimo y  se caracteriza porque provoca una profunda sensación de tristeza,  apatía y desesperanza. 

La depresión exógena, también conocida como reactiva o situacional,  se produce por un acontecimiento fortuito que afecta de manera  negativa en el estado de ánimo de la persona que la sufre. Este tipo de  depresión suele estar relacionado con situaciones estresantes. 

En general, la causa de la depresión endógena es más complicada que  el de la depresión exógena, ya que no hay factores externos que den  una explicación clara y habría que buscar la respuesta en un  desequilibrio químico en el cerebro.

¿Qué es la depresión exógena? 

La depresión exógena, como hemos indicado anteriormente, es la que  se produce como consecuencia de un hecho traumático, ya sea el  fallecimiento de un ser querido, divorcio, despido o cualquier situación  estresante. Si ante un acontecimiento de esta índole, la tristeza o el  dolor no desaparecen al cabo de un tiempo y se convierten en  persistentes, debemos estar alerta por si apareciera la depresión. 

¿Cómo salir de la depresión endógena? 

Tengo que resaltar que entre las diversas pautas que se manejan para  salir de una depresión endógena o pueden ayudar a encontrarte un  poco mejor a mí no me han funcionado o solo parcialmente, enumero  algunas de ellas: 

Debemos ponernos en manos de buenos profesionales  de la salud mental. 

Ya he relatado mi experiencia con los Psiquiatras 

Tener una red de apoyo sólida: Tengo que significar que amigos no me  faltaron, aunque cuando les relaté mi diagnóstico depresivo, aquellos  que me conocían desde hace más de 50 años no se lo podían creer ¿tú, una depresión?… Pero también he de reconocer que entre ellos se  organizaron para no dejarme parar en casa, con propuestas continuas para quedar a cenar etc., cosa que a mí no me apetecía para nada 

Lo peor fue aquel que, dándome una palmadita  en la espalda, me dijo eso tan cariñoso —eso sí con toda su buena  intención— “ANÍMATE HOMBRE”. Señal de que no había entendido  nada, y es la peor frase que le puedes decir a alguien que tiene una  depresión.

Hacer ejercicio: como anteriormente he contado, cuando comencé a  tener los primeros síntomas que no identificaba como depresión, no  paraba de hacer ejercicio. Salidas y caminatas por la sierra, algunas  incluso de gran intensidad, sin que eso me sirviera de nada ni mejorara  mi estado de ánimo. Las salidas con algún grupo solo me servían para  aislarme aún más, no tenía ganas de hablar con nadie. En semejante  situación tampoco me ayudaba salir yo solo a la montaña. 

Ratos de ocio, Voluntariado, Meditación etc.: ninguna de estas recetas  me servía; no tenía ganas ni ánimo para nada. No me apetecía ni  encender el ordenador para consultar el correo electrónico. Lo más que  conseguí fue hacer un resumen a mano de mi estado de ánimo,  resumen que veréis más abajo. Era incapaz de usar el coche para hacer  la compra. Afortunadamente podía hacerla con un carrito, dado que los  supermercados y tiendas de abastecimiento están cerca de mi casa.  Tampoco me apetecía ir al cine. Si abría un libro no era capaz de saber  lo que había leído en la página anterior. Pasaba noches enteras de  insomnio, dando vueltas alrededor de la mesa del comedor con un  estado de nervios que no entendía. No podía estar ni parado, ni  tumbado, ni sentado. No me apetecía comer.  

También me sugirieron un tratamiento combinado de medicación y  psicoterapia para ver si los síntomas mejoraban. Pero yo no sabía que  le podría explicar a un psicólogo de mi estado de ánimo, si no tenía  motivo alguno que justificara esa situación. No me sentía motivado  para intentar esta vía.

Escrito a mano que referenciaba anteriormente:

PRIMERA FASE PARA AFRONTAR LA DEPRESIÓN 

Una vez hecho a la idea de que tenía que afrontar la depresión, lo  primero que me sentía incapaz de hacer era efectuar viajes o salidas de  montaña. Algunos de ellos incluso ya los tenía pagados y  comprometidos desde hacía tiempo. No me veía conduciendo mi  coche, ni montándome en un tren, cualquiera que fuera el destino, y  mucho menos subiendo a un avión o en el camarote de un barco,  cuestión ésta que tenía que resolver.  

La primera cancelación importante y a dos días de la salida, fue un viaje  a Cuba, de puro turismo y organizado. Un destino que ya conocía de  años atrás y donde había estado con motivo de una invitación de un  grupo espeleológico de la isla para conocer y explorar sus cuevas y  donde acudí con mi amigo espeleólogo mencionado anteriormente y su  mujer, también espeleóloga y bióloga, y donde, además, estuve  buceando en solitario en una cueva inundada denominada Tanque  Azul. 

Me hacía una especial ilusión otro gran viaje, ir a la Antártida. Este viaje  lo tenía reservado y pagado desde casi un año antes y en ese momento  no creía poder hacerlo: por las horas de vuelo, por estar encerrado en  el camarote del barco… Se trataba de un viaje de puro placer, para ver  paisajes y animales antárticos y en un barco de lujo, perfectamente  equipado, con una naviera ya conocida por otros viajes que hice por los  Fiordos Noruegos. Además, en este viaje venía la pareja de  espeleólogos antes mencionada y otra pareja de amigos de hace años  con los que compartíamos salidas de montaña y esquí. En resumen: era  tal la tensión que me producía pensar en ir a este viaje que opté por  cancelarlo. 

Fueron pasando los meses y yo seguí con la medicación recetada. En  una primera etapa llegué a tomar hasta 200 mg. diarios de Aremis, límite máximo recomendado según el prospecto. Pasados casi tres  meses desde que inicié el tratamiento, empecé a encontrarme mejor y  reduje paulatinamente las dosis hasta dejarla a cero a últimos del mes  de octubre del 2019. Igual hice con el Lormetazepam (benzodiacepina)  para el tratamiento del insomnio.

A mediados de este mes de octubre de 2019, una pareja de amigos  míos de toda la vida y con los que había compartido multitud de viajes  y actividades de montaña me propuso hacer un viaje a Toulouse, capital  del exilio español, organizado por la agrupación Socialista de Rivas  Vaciamadrid, denominado “Viaje a la Memoria” y donde, entre otras  actividades, se rendía homenaje a Antonio Machado. El viaje se hacía  en avión de Madrid a Toulouse y allí nos desplazábamos en autobús a  los diversos eventos desde el hotel ya reservado. 

Me pareció una buena forma de afrontar mis imaginarios temores y le  dije a mi amigo que me inscribiera en dicho viaje. 

La decisión no pudo ser más acertada. El viaje lo realizamos del 6 al 10  de noviembre de 2019 y regresé con energías renovadas que me  hicieron repensarme el anulado viaje a la Antártida. 

Nuevamente me puse en contacto con la persona que me había  anulado el viaje a la Antártida, para preguntarle si era posible retomar  el mismo. Me dijo que sí, explicándole que mi cancelación le había  resultado extraña, y que había bloqueado mi reserva y los billetes de  avión, que podía ser lo más problemático, ya estaban pagados sin  posibilidad de reembolso. Le expliqué los motivos de mi cancelación y  me contestó que ella había pasado por una experiencia similar y que lo  entendía perfectamente. Así pues, el tan deseado viaje podía ser  retomado. 

Por esas épocas reemprendí también mis anteriores actividades  montañeras. 

A primeros de enero de 2020 recibimos un comunicado de la agencia  que nos gestionaba el viaje a la Antártida, indicándonos que teníamos  que aportar un certificado médico, haciendo constar que gozábamos de  buena salud, que no teníamos problemas cardíacos ni de otra índole, y  haciendo hincapié, precisamente, en la ausencia de problemas  depresivos que pudieran desencadenarse durante el viaje. No sería  posible una evacuación rápida dada la lejanía a cualquier centro  hospitalario. 

Ante esta comunicación, me asusté pensando que pudiera tener una  recaída y acudí nuevamente al psiquiatra para informarme sobre esta  posibilidad. Me dijo que no se podían descartar las recaídas y que me  recomendaba tomar diariamente una dosis de 50 mg de AREMIS,  antes, durante y después del viaje, para prevenir, así, un nuevo  episodio. Recomendación que seguí, durante años sucesivos, tomando  diariamente la pastilla. Proseguí mi actividad de viajes y montaña  animado como siempre. La Pandemia del COVID 19, en mi caso, no me  afectó para nada, salvo las restricciones generales. 

Respecto al viaje a la Antártida, resultó genial, me sentí renovado y feliz  con mi mujer y las dos parejas de amigos con las que compartimos el  viaje. 

SEGUNDA FASE Y RECAIDA DE LA DEPRESION 

El fin de año de 2023 y la primera semana de 2024 los pasé en Cabo  Verde, haciendo rutas de montaña por unos caminos increíbles. Al  regresar de este viaje empecé a tener problemas, en principio de tipo  físico. Me tuve que arreglar la dentadura entera, cuestión con la que  todavía no he terminado. Tras un gran catarro me diagnosticaron una  neumonía. Después me empezaron, nuevamente, a dar problemas los  pies. En una nueva visita al especialista del pie las radiografías  mostraron una metatarsitis (hundimiento metatarsal severo) en ambos  pies, más acentuada en el derecho, y artrosis también en ambos pies.  Acompañaba al diagnóstico la siguiente recomendación: “Se  desaconseja la realización de actividades de marcha y montaña”. Por  ello nuevamente tuve que ir cancelando diversos viajes de montaña  organizados por el club al que pertenezco. 

Seguí participando en las citas “miercoleras” de montaña. A ellas acudíamos mayormente jubilados del club de montaña. Estas citas  estaban perfectamente organizadas por una persona entrañable a la que apodábamos “líder”. Él nos guiaba por los más variados parajes y  en algunas ocasiones yo lo sustituía cuando él no podía acudir.  

Una vez terminada la marcha siempre íbamos a comer a un restaurante  cercano localizado por “el jefe del catering”. En estas comidas los más  allegados me decían que me notaban tristón. Me preguntaban si era  por el problema de mis pies o por el de la boca. Yo les contestaba que  lo que más me preocupaba no era eso, sino el tema de la cabeza.  

Como ya conocía los síntomas de los inicios de la depresión, esta vez  no me pillaba por sorpresa y me temía una nueva recaída.

A primeros del mes de Julio de 2024 acudí de nuevo al psiquiatra para  comentarle que no me encontraba bien y que me temía una recaída.  Me aumentó la dosis diaria de Aremis, de 50 mg que tomaba en ese  momento a 100mg, posteriormente a 150mg y, finalmente, a 200 mg, que es la dosis máxima recomendada, además del Lormetazepam  (benzodiacepina) para el tratamiento del insomnio. Este aumento de la  medicación no contribuyó a mejorar mi estado. 

El 28 de agosto de 2024 hice mi última excursión con los miercoleros. No me podía mover, estaba, de nuevo, absolutamente anulado por la  depresión. 

Entre el 3 y el 10 septiembre de 2024 tenía apalabrado un viaje al  Pirineo con la otra pareja del monte y del viaje a la Antártida. Esta vez  se trataba de ir a Bielsa y al Valle de Pineta, que yo conozco bastante  bien. Fuimos con el coche de mis amigos y yo organicé las excursiones. Lamentablemente tuvimos una semana de fuertes lluvias, que nos  obligaron a modificar nuestros planes y hacer rutas alternativas. 

Entre unos problemas y otros, no me encontraba demasiado mal, pero  tampoco bien, lo aguantaba como podía pero con los problemas físicos  y psicológicos presentes. 

La segunda quincena de septiembre mi mujer y yo teníamos plaza en la  Residencia Castillo de los Reyes de Aragón en Roda de Bara (Tarragona). Para los que no lo conocen, el entorno es fantástico,  rodeado de jardines, con playa y piscina, que yo no uso porque no soy  de bañarme…. En los últimos años que he ido allí, me he dedicado a  hacer excursiones y caminatas por el entorno en compañía de los  miercoleros que acudían en la misma quincena que nosotros.  

En resumen, un lugar ideal para relajarse y supuestamente mejorar mi  estado de ánimo, sin ninguna obligación de compras o comidas y con  unos salones ideales como biblioteca, con Wi-Fi para el ordenador y  servicio de bar y cafetería en terraza frente al mar. 

Esta vez ni el entorno me alivió. Me encontraba cada vez peor, apenas  era capaz de salir a dar pequeños paseos. En una ocasión que una  pareja de los miercoleros me propuso hacer una excursión por la zona,  yo acepté, preparé el recorrido con el ordenador y el GPS, pero esa  noche no conseguí dormir. Por la mañana les tuve que decir que no me  encontraba en condiciones para hacer la marcha. 

Terminada la estancia en la residencia regresamos a Madrid. Yo me  encontraba cada vez peor. La medicación no me hacía efecto, había  días que ni podía salir de la cama. Incluso en varias ocasiones le tuve  que decir a mi mujer que indicara a la chica que acude a casa  semanalmente a efectuar una limpieza general que no entrara en la  habitación porque no me podía mover y no era por estar durmiendo. 

También, y supongo que por somatizar la depresión y una ¿probable  bajada de defensas?, padecí dolencias como alergia en los ojos y  heridas que no cicatrizaban. 

La misma situación se mantuvo durante el mes de octubre y  noviembre. A mediados de este mes, y ante mi situación, mi mujer me  propuso que hiciéramos un viaje de pocos días, del 26 al 29 de  noviembre, a Santiago de Compostela. El motivo era visitar una  exposición dedicada a los “Vikingos”. Yo acepté el viaje, sin ganas, por  ella, para que saliera de casa, ya que llevaba mucho tiempo aguantando  mi estado de ánimo. Además, podíamos ir en AVE directamente y me  evitaba el reto de conducir. 

La meteorología fue favorable, apenas llovió el día que llegamos y  tampoco los siguientes. Fuimos a ver la exposición en la Ciudad de la  Imagen, a callejear y a comer por Santiago. La ciudad estaba estupenda, sin hordas de turistas ni peregrinos y absolutamente tranquila.

El día anterior a marcharnos habíamos quedado para vernos y comer  en Santiago con una amiga común que vive en Malpica. Quedamos en  la Plaza del Obradoiro, en la puerta del Parador de Turismo. Salimos de  nuestro hotel a desayunar en una estupenda cafetería y subimos  callejeando hacia la plaza del Obradoiro. En el recorrido hacia dicha  plaza, de pronto vi un cartel que me sorprendió. Me acerqué para  leerlo y le hice una fotografía: 

El tema me intrigaba tanto que, inmediatamente, y mientras esperaba  a nuestra amiga en la plaza del Obradoiro, me puse a investigar con el  teléfono móvil y a buscar la página de referencia: 

Al día siguiente, nada más regresar a casa, me puse a indagar en el  ordenador dicha página. Encontré una publicación que es posible  descargar, cosa que hice inmediatamente. Actualmente está a  disposición de quien tenga interés en hacerse con ella. 

La portada de dicha publicación es esta: 

Una vez leída la publicación, que es un poco densa (y de la cual he  hecho un resumen que encontrareis más debajo de este escrito), y  visto que mi situación no mejoraba a pesar de los fármacos, inicié una  reducción progresiva de todos ellos. Comencé el día 1 de diciembre de  2024 siguiendo las indicaciones de dicha publicación, con la intención  de suprimirlos del todo el día 31 de diciembre de 2024. 

Así lo hice, y el 1 de enero de 2025 corté de raíz tanto los  Antidepresivos (Aremis) como las Benzodiacepinas (Lormetazepam). Al principio no notaba nada especial, pero pasada la fiesta de Reyes me  empecé a encontrar mejor anímicamente; tanto que decidí inscribirme  en un gimnasio para empezar a recuperar la forma física perdida por  tanto tiempo de inactividad.  

También tengo que reconocer que estos meses de estado depresivo me  han dejado importantes secuelas de las que todavía no estoy  recuperado. Actualmente estoy hiperactivo. Me acuesto pronto y  duermo como llevaba años sin hacerlo. Me levanto temprano para  que me cunda el día. Así puedo realizar las múltiples actividades que  me programo. Intento recuperar mi vida anterior a pesar de las  limitaciones físicas que arrastro. 

He omitido deliberadamente los nombres de aquellas personas que  me han dado su apoyo y que se verán reflejadas en el relato, y  especialmente: 

A mi mujer por su paciencia. 

A mis amigos espeleólogos que lo han vivido en todas sus etapas  y que, también, me han ayudado en la corrección y maquetación  del relato. 

A mis amigos de viajes y montaña de toda la vida. 

A mis amigos de “los miercoleros”, que se han esforzado en  animarme y en hacerme visitas a casa para hablar conmigo. 

Y a todos los que les he relatado estos episodios y me han  escuchado con atención.  

A las personas con las que me he reunido y les he explicado mi  situación, aportando lo que podían.

A la orientadora social y psicóloga que ha aguantado mis relatos.  A los que están detrás de la web https://afectadospsiquiatria.es 

Al autor de la publicación «Kit de supervivencia para la salud  mental y retirada de psicofármacos», que, aunque no lo conozco, creo que ha hecho una gran labor social. 

Por último, dicha publicación no quiere decir que sea válida para todo  el que esté en una situación parecida. Simplemente a mí me ha servido  y creo que me ha salvado del “POZO NEGRO” en que he estado metido. 

Entiendo que en este relato, me he dejado muchas cosas en el  “tintero”, unas por olvido y otras deliberadamente 

Para cualquier aclaración o ampliación de este escrito, estoy a vuestra  disposición. 

SALUDOS A TODOS 

FIDEL MOLINERO 

——–

RESUMEN DEL ESCRITO DE Peter C. Gøtzsche 

Kit de supervivencia para la salud mental  y retirada de psicofármacos 

Instituto para la Libertad Científica 

Abreviaturas 

DSM: Manual de Diagnóstico y Estadística de los Trastornos Mentales EMA: Agencia Europea de Medicamentos 

FDA: Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos 

ISRS: Inhibidor Selectivo de la Recaptación de Serotonina OMS: Organización Mundial de la Salud 

Este escrito podría salvar su vida 

He escrito este libro para ayudar a los pacientes y, cuando decidí  escribirlo, uno de mis títulos provisionales era «Escuchar las voces de  los pacientes». 

En particular, los pacientes deben saber que el tratamiento con  antidepresivos y psicóticos y benzodiacepinas podía alterar su  personalidad y que tenían menos control sobre sus pensamientos y  sentimientos y que mientras tomaban los fármacos no sabían  realmente si eran necesarios y que, «Tu cuerpo puede volverse adicto a  los antidepresivos”. 

En la psiquiatría, podría morir si hace lo que su médico le dice que  haga.

Muchos supervivientes psiquiátricos han descrito cómo la psiquiatría,  con su uso excesivo de fármacos dañinos e ineficaces, les había robado  10 ó 15 años de su vida antes de que, un día, decidieran recuperar la  responsabilidad sobre su vida, antes en manos de sus psiquiatras, y  descubrieran que la vida es mucho mejor sin fármacos. 

Por favor, tenga en cuenta que, cuando generalizo, por supuesto no se  aplica a todo el mundo. Algunos psiquiatras son excelentes, pero son  una pequeña minoría. 

Esto es comprensible, dado que los fármacos psiquiátricos matan a  cientos de miles de personas cada año e incapacitan a millones, física y  mentalmente. El término «superviviente psiquiátrico» lo dice todo en  sólo dos palabras. 

En ninguna otra especialidad médica los pacientes se llaman a sí  mismos supervivientes en el sentido de que sobrevivieron a pesar de  estar expuestos a esa especialidad. Lucharon por salir de un sistema  que raramente es útil, y que muchos supervivientes han descrito como  una prisión psiquiátrica, o una instalación en la que hay una puerta de  entrada, pero no de salida. 

En otras especialidades médicas los pacientes están agradecidos de  haber sobrevivido gracias a los tratamientos que sus médicos les  aplicaron. Nunca hemos oído hablar de un superviviente de cardiología  o de una enfermedad infecciosa. Si ha sobrevivido a un ataque al  corazón, no se siente tentado a hacer lo contrario de lo que su médico  le recomienda. En la psiquiatría, podría morir si hace lo que su médico  le dice que haga. 

A menudo dicen que lo que les despertó fue leer algunos de los libros  sobre psiquiatría de los psiquiatras David Healy, Peter Breggin o Joanna  Moncrieff, del periodista científico Robert Whitaker o los míos. Hay  miles de historias personales de supervivientes psiquiátricos en Internet, por ejemplo en survivingantidepressants.org. 

En muchas de ellas, las personas explican cómo dejaron los  psicofármacos, uno a uno, a menudo en contra del consejo de su  médico y a menudo con gran dificultad, porque los fármacos los habían  vuelto dependientes y porque la profesión psiquiátrica había fracasado  totalmente en proporcionar una orientación adecuada sobre cómo  hacerlo. Los psiquiatras no sólo no se han interesado en abordar este  inmenso problema, sino que han negado activamente su existencia,  como acaban de ver y verán mucho más en este libro. 

Los problemas de salud mental impiden que vivas una vida plena y  siguen en tu mente. A todos los pacientes se les debería ofrecer  psicoterapia, que es también lo que quiere el 75% de ellos. Sin  embargo, esto no es lo que reciben, lo que demuestra una vez más que  la profesión psiquiátrica no escucha a sus pacientes.  

Una gran encuesta realizada en los Estados Unidos entre personas con  depresión mostró que el 87% recibía fármacos para la depresión, el  23% psicoterapia, el 14% ansiolíticos, el 7% neurolépticos y el 5%  «estabilizadores del estado de ánimo» (un eufemismo que los 

psiquiatras nunca definieron, pero generalmente se refieren a los medicamentos antiepilépticos y al litio, cuyo principal efecto es sedar a  las personas). 

La mayoría de la gente tiene problemas con su salud mental de vez en cuando, al igual que con su salud física. No hay nada anormal en eso. A  lo largo de este libro daré consejos basados en la evidencia científica que, tengo buenas razones para creerlo, conducirán a mejores  resultados que si se ignoran mis consejos. Pero tenga en cuenta que,  haga lo que haga y sea cual sea el resultado, no puede hacerme  responsable.  

La información que proporciono no sustituye a las consultas con los  profesionales sanitarios, sino que puede capacitarle para participar en  discusiones valiosas e informadas o para decidir manejar los temas  usted mismo.

ADVERTENCIA 

1 Los psicofármacos son adictivos. Nunca los deje abruptamente  porque las reacciones de retirada pueden consistir en graves síntomas  emocionales y físicos que pueden ser peligrosos y llevar al suicidio, la  violencia y el homicidio. 

2 Si tiene un problema de salud mental, no vaya a un psiquiatra. Es  demasiado peligroso y podría revelarse como el mayor error que haya  cometido en toda su vida. 

3 No crea lo que le digan sobre los trastornos psiquiátricos o los  psicofármacos. Es muy probable que sea erróneo. 

4 Crea en usted mismo. Es probable que usted tenga razón y que su  médico se equivoque. No ignore sus corazonadas o sentimientos.  Puede ser fácilmente llevado por mal camino si no confía en sí mismo. 

5 Nunca deje que otros tengan la responsabilidad de su vida. Mantenga  el control y haga preguntas.  

6 Su cónyuge o su padre puede ser su mejor amigo o su peor enemigo.  Puede que crean lo que los médicos les digan e incluso pueden ver  como una ventaja el mantenerle medicado. 

Muchas de las historias que he recibido de los pacientes tienen un tema  en común. Los pacientes no tenían idea de lo peligroso que es  convertirse en un paciente psiquiátrico y confiaban en sus médicos,  siguiendo de buena gana sus consejos, hasta que descubrieron años  después que sus vidas se habían arruinado. 

Lo que es particularmente diabólico es que el deterioro psicológico y  físico a menudo ocurre gradualmente y, por lo tanto, pasa  desapercibido, como si uno se volviera miope, lo cual no se descubre  hasta que un día un amigo se pregunta por qué no puedes leer una  señal de tráfico cercana.

Los pacientes pueden incluso estar agradecidos por los fármacos que  recibían, aunque pueda ser obvio para otros que han sido perjudicados.  

El deterioro gradual e inadvertido no es el único problema. Un cerebro  bajo influencia química puede no ser capaz de evaluarse a sí mismo.  Cuando el cerebro está adormecido por sustancias psicoactivas, los  pacientes pueden no ser conscientes de que ya no pueden pensar con  claridad o evaluarse a sí mismos.  

Esta falta de comprensión de los sentimientos, pensamientos y  comportamientos se denomina «hechizo de la medicación». El hechizo  de la medicación suele ser ignorado, tanto por los pacientes como por  sus médicos, lo que resulta sorprendente porque todos sabemos que  las personas que han bebido demasiado no pueden juzgar su capacidad  para conducir. 

Es negligencia médica hacer un nuevo diagnóstico, como si hubiera algo  malo en el paciente, cuando la enfermedad podría ser un daño causado  por la medicación. Los psiquiatras hacen esto constantemente. 

¿La psiquiatría se basa en la evidencia? 

La psiquiatría se encontraba en un estado de crisis en los Estados  Unidos a mediados del siglo pasado porque los psicólogos gozaban de  más éxito que los psiquiatras. El gremio de psiquiatras decidió por lo  tanto hacer de la psiquiatría una especialidad médica, lo que haría que  los psiquiatras parecieran verdaderos doctores y los distinguiría de los  psicólogos a los que no se les permitía prescribir medicamentos. 

Desde entonces, la propaganda masiva, el fraude, las manipulaciones  con los datos de la investigación, el ocultamiento de suicidios y otras  muertes, así como las mentiras en la comercialización de fármacos, han  allanado el camino para la ilusión de que la psiquiatría es una disciplina  respetable que proporciona fármacos que curan a los pacientes

El médico de cabecera es el puerto de entrada de la mayoría de la  gente a la psiquiatría. Aquí es donde las personas tristes, preocupadas,  estresadas o agotadas abordan sus síntomas. El médico rara vez dedica  el tiempo necesario para preguntar sobre los eventos que causaron que  el paciente terminara en esta situación. La consulta suele terminar  después de unos minutos con un diagnóstico, que puede no ser  correcto, y una prescripción de uno o más psicofármacos, aunque la  terapia de conversación podría haber sido mejor.  

Un estudio realizado en los Estados Unidos demostró que más de la  mitad de los médicos prescribieron recetas después de hablar de la  depresión con los pacientes durante menos de cuatro minutos. 

Es posible que recibas un psicofármaco aunque no haya una buena  razón para recetártelo, por ejemplo, un fármaco para la depresión por  insomnio, problemas en la escuela, ansiedad por los exámenes, acoso  en el trabajo, abuso marital, ruptura con un novio, duelo, problemas  económicos o divorcio. Esto también es común si ves a un psiquiatra. 

A diferencia de otras especialidades médicas, la psiquiatría se basa en  una serie de mitos que han sido rechazados tan firmemente por la  buena investigación que es apropiado llamarlos mentiras. Por lo tanto,  les advierto de nuevo. La mayor parte de lo que se le ha dicho o que  escuchará sobre la psiquiatría, los psicofármacos, el electroshock, y el  ingreso y el tratamiento forzado, es erróneo. Esto ha sido documentado  en numerosos artículos de investigación y libros. Aquí hay algunos  consejos generales, los cuales conducirán a mejores resultados que si  se ignoran: 

1 Rara vez es una buena idea ver a un médico de familia si tiene un  problema de salud mental. Como los médicos están entrenados para  usar fármacos, lo más probable es que le hagan daño. Si no es a corto  plazo, entonces a largo plazo. 

2 Si su médico de familia le receta un psicofármaco, no vaya a la farmacia a recogerlo. 

3 Encuentre a alguien que sea bueno en la terapia de conversación, por  ejemplo, un psicólogo. Si no puede permitírselo o si hay una larga lista  de espera, recuerde que normalmente es mejor no hacer nada que ver  a su médico. 

4 Considere si necesita un asistente social o un abogado. Los médicos  no pueden ayudarte con un matrimonio roto, por ejemplo, y las  pastillas tampoco le ayudarán. 

¿Los pacientes enferman debido a un desequilibrio químico en el cerebro? 

El mito de que un desequilibrio químico en el cerebro es la causa de los  trastornos psiquiátricos es una de las mayores mentiras de la  psiquiatría y también una de las más dañinas. Como se ha señalado  anteriormente, ha existido por lo menos durante 65 años, desde que  Himwich afirmó que los neurolépticos funcionan como la insulina para  la diabetes. Parece imposible hacer desaparecer el mito, al ser tan útil  para el gremio psiquiátrico mantenerlo. Les da una coartada para tratar  a sus pacientes con fármacos dañinos y los hace parecer verdaderos  doctores a la vista del público.  

¿Son los psicofármacos específicos y valen la pena? 

Los psiquiatras dicen constantemente que usan fármacos con efectos  específicos que son tan eficaces como muchos otros fármacos, por  ejemplo, los que se usan para el dolor reumático y el asma. 

En el caso de muchos psicofármacos, podemos saber a qué receptor  principal del cerebro se dirigen, lo que resulta en el bloqueo o la  potenciación del efecto de un neurotransmisor en particular, por  ejemplo, la serotonina, la dopamina o el ácido gamma-aminobutírico  (GABA).

Los psicofármacos interactúan con varios receptores y hay receptores  en otras partes del cuerpo, fuera del cerebro. Se han descrito más de  cien neurotransmisores, y el cerebro es un sistema muy complicado, lo  que hace imposible saber qué pasará cuando se altere este sistema con  un fármaco. 

Las sustancias psicoactivas alteran el cerebro y, si se deja de tomar un  fármaco abruptamente, los síntomas de retirada también son  notablemente similares, sin importar el fármaco que sea. 

Suicidios, otras muertes y otros daños graves 

Es un secreto bien guardado cuántas personas mueren a causa de los  psicofármacos, lo cual ha sido ocultado de muchas maneras. 

La forma más fácil es ocultar las muertes bajo la alfombra, «para que no nos preocupemos». En España, el número de suicidios anuales es  significativo. Según los datos disponibles, en 2022 se registraron 4.097  muertes por suicidio, lo que representa un promedio de 11,2 personas  al día. De estas, el 74% eran varones y el 26% mujeres. Aunque no hay  datos específicos sobre el número exacto de suicidios atribuidos  directamente a la depresión, es importante destacar que la depresión  es un factor de riesgo importante para el suicidio.  

La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que la depresión  puede llevar al suicidio y que aproximadamente 280 millones de  personas en todo el mundo sufren de depresión. En España, el suicidio  es una de las principales causas de muerte externa, especialmente  entre los jóvenes de 15 a 29 años, donde provoca 333 defunciones  anuales. Es fundamental abordar la salud mental y la prevención del  suicidio de manera integral.

Algunos datos relevantes sobre suicidios en España incluyen ¹: – *Número de suicidios en 2022*: 4.097 personas fallecieron por  suicidio. 

– *Promedio diario de suicidios*: 11,2 personas al día. 

– *Distribución por género*: 74% varones (3.042) y 26% mujeres  (1.051). 

– *Tendencia*: En 2023, el número de suicidios descendió a 4.116  según datos definitivos del Instituto Nacional de Estadística (INE). 

Para abordar la depresión y prevenir el suicidio, es crucial promover la  conciencia sobre la salud mental, ofrecer tratamientos eficaces y  apoyar a quienes lo necesitan (fuente Meta IA). 

Fármacos para la depresión 

Como se ha señalado, uno de los secretos mejor guardados de la  psiquiatría es que los psiquiatras matan a muchos pacientes con  neurolépticos. Otro secreto bien guardado es que también matan a  muchos pacientes con fármacos para la depresión. Los psiquiatras han  luchado muy duramente para ocultar la terrible verdad que los  fármacos para la depresión duplican el riesgo de suicidio, no sólo en  niños sino también en los adultos. 

«Todos los pacientes que están siendo tratados con fármacos  para la depresión para cualquier indicación deben ser  monitorizados apropiadamente y observados de cerca para  detectar un empeoramiento clínico, tendencias suicidas y  cambios inusuales en el comportamiento, especialmente  durante los meses iniciales de un curso de tratamiento  farmacológico, o en momentos de cambios de dosis, ya sea  aumentos o descensos.

En pacientes adultos y pediátricos tratados con fármacos para  la depresión se han notificado los siguientes síntomas:  ansiedad, agitación, ataques de pánico, insomnio,  irritabilidad, hostilidad, agresividad, impulsividad, acatisia  (inquietud psicomotora), hipomanía y manía. Se debe  aconsejar a las familias y a los cuidadores de los pacientes que  busquen la aparición de tales síntomas a diario, ya que los cambios pueden ser repentinos». 

Los fármacos para la depresión pueden causar violencia y homicidio  Pero este es también uno de los secretos bien guardados de la  psiquiatría, particularmente en Estados Unidos, los psiquiatras y las  autoridades no le dirán al público si el perpetrador estaba tomando un  fármaco para la depresión. Puede llevar mucho tiempo e involucrar  solicitudes de Libertad de Información o demandas judiciales antes de  que se revele algo.  

Pasó bastante tiempo hasta que nos enteramos de que el piloto de  Germán Wing que se llevó un avión entero con él cuando se suicidó en  los Alpes, y que el conductor de autobús belga que mató a 68 niños al  estrellar su autobús contra un muro, también en los Alpes, tomaban  antidepresivos. 

Las pastillas que destruyen tu vida sexual se llaman pastillas  de la felicidad 

En el mundo al revés de la psiquiatría, las pastillas que destruyen tu  vida sexual se llaman pastillas de la felicidad. La mitad de los pacientes  que tenían una vida sexual normal antes de empezar a tomar fármacos  para la depresión, verán su vida sexual alterada o imposibilitada. Los  trastornos sexuales pueden llegar a ser permanentes y cuando los  pacientes descubren que nunca más podrán tener relaciones sexuales,  por ejemplo debido a la impotencia, algunos se suicidan.

La mayoría de los pacientes que toman fármacos para la depresión  sentirán que algo ha cambiado en sus genitales, y muchos se quejan de  que mucho tiempo después de dejar las pastillas, sus emociones  continúan adormecidas; además, tampoco les importa la vida o las  otras personas como antes de las pastillas. 

Es interesante contrastar esto con la información proporcionada en los  prospectos, por ejemplo, para Prozac (fluoxetina). Desde el principio, se  culpa al paciente y no al fármaco: «Los cambios en el deseo sexual, el  rendimiento sexual y la satisfacción sexual suelen ocurrir como  manifestaciones de un trastorno psiquiátrico». 

En el prospecto del envase, de los ISRS » Sugiere cierta evidencia que  pueden causar tales experiencias sexuales perjudiciales». No es cierta  evidencia. Cuando miras toda la evidencia, queda suficientemente claro  que estos fármacos arruinan la vida sexual de la gente. 

La Psicoterapia 

Conozco a psiquiatras en varios países que no usan psicofármacos o  manejan incluso a los pacientes más gravemente alterados con  empatía, psicoterapia y paciencia. El objetivo de los tratamientos  psicológicos es modificar un cerebro que no funciona bien por un  estado más normal. Los psicofármacos también cambian el cerebro,  pero crean un tercer estado artificial —un territorio desconocido— que  no es ni el normal ni el estado de mal funcionamiento del que vino el  paciente. 

Esto es problemático porque no se puede pasar del tercer estado  inducido químicamente a la normalidad a menos que se disminuyan los  medicamentos e, incluso entonces, no siempre será posible ya que el  paciente podría haber desarrollado un daño cerebral irreversible.

Un enfoque humano del dolor emocional es muy importante, y los resultados del tratamiento dependen más de las alianzas terapéuticas  que de si se utiliza la psicoterapia o la farmacoterapia. Además, cuanto  más de acuerdo estén los médicos y los pacientes sobre lo que es  importante cuando están siendo curados de una depresión, mejores  serán los resultados en cuanto al afecto positivo, la ansiedad y las  relaciones sociales. 

La mayoría de los problemas a los que se enfrentan los pacientes están  causados por la regulación mal adaptativa de las emociones, y los  psicofármacos empeoran las cosas, ya que sus efectos constituyen  precisamente una regulación mal adaptativa de las emociones. Por el  contrario, la psicoterapia tiene por objeto enseñar a los pacientes a  manejar mejor sus sentimientos, pensamientos y comportamiento. A  esto se denomina regulación adaptativa de las emociones. 

Los ensayos que muestran que los efectos combinados de un  medicamento y psicoterapia son mejores que cualquiera de los dos  tratamientos por separado también debe interpretarse con cautela, y  los resultados a corto plazo son engañosos. Sólo se deberían tener en  cuenta los resultados a largo plazo, por ejemplo los resultados  obtenidos después de un año o más. 

No abogaré por la terapia combinada. Conseguir una psicoterapia eficaz  puede ser difícil cuando los cerebros de los pacientes están  adormecidos por sustancias psicoactivas, las cuales pueden volverles  incapaces para pensar con claridad o de evaluarse a sí mismos. Como se  ha señalado anteriormente, la falta de comprensión de los  sentimientos, los pensamientos y los comportamientos es conocida  como «hechizo de la medicación». El principal efecto sesgado del  hechizo de la medicación es que los pacientes subestiman los daños de  los psicofármacos.

Ser tratado con humanidad es difícil en la psiquiatría actual. Si te entra  el pánico y acudes a un servicio de emergencias psiquiátricas,  probablemente te dirán que necesitas un medicamento. Y si te niegas y  dices que sólo necesitas descansar para recuperarte, puede que te  digan que ese lugar no es un hotel. 

Retirada de psicofármacos 

Como se ha señalado anteriormente, la profesión psiquiátrica y las  autoridades tardaron casi 30 años en admitir que las benzodiazepinas  son extremadamente adictivas.  

La propaganda es muy eficaz, y se tardó tanto tiempo porque era un  gran gancho comercial para la industria farmacéutica el que no fueran  adictivas, en contraste con los barbitúricos a los que sustituyeron, al  igual que se convirtió en un gran gancho comercial alrededor de 1988  el que los nuevos fármacos para la depresión no fueran adictivos, en  contraste con las benzodiazepinas a las que sustituyeron. 

Las mentiras no cambian, por la simple razón de que la industria  farmacéutica no vende medicamentos, sino mentiras acerca de los  medicamentos, lo cual representa la parte más importante de sus  actividades delictivas organizadas. La industria es tan buena mintiendo  que pasaron unos 50 años antes de que las autoridades finalmente  admitieran que los fármacos para la depresión también son adictivos.  Incluso después de tan colosal demora, todavía no están preparadas  para llamar a las cosas por su nombre. Evitan usar palabras como  adicción y dependencia y, en cambio, hablan de síntomas de  abstinencia.

Guía para dejar los psicofármacos 

Los médicos de familia son los mayores prescriptores de psicofármacos,  pero se supone que los psiquiatras son los expertos en cómo y cuándo  usarlos, y cómo dejarlos. Por lo tanto, son responsables del desastre  farmacológico que nos asola. 

Los psiquiatras han hecho que cientos de miles de personas sean  adictos a los psicofármacos y, sin embargo, no han hecho  prácticamente nada para averiguar cómo ayudar a los pacientes a  dejarlos. Han llevado a cabo decenas de miles de ensayos  farmacéuticos, pero sólo un puñado de estudios sobre la  discontinuación segura. Por lo tanto, tenemos muy poco conocimiento  basado en la investigación sobre cómo desenganchar a las personas. 

ADVERTENCIA 

1-Los psicofármacos crean dependencia. Nunca los deje abruptamente  porque las reacciones de abstinencia pueden consistir en graves  síntomas emocionales y físicos que pueden ser peligrosos y llevar al  suicidio, la violencia y el homicidio. 

2 Nunca trate de discontinuar a un paciente que no tenga un deseo  genuino de dejar los psicofármacos. No funcionará.  

3 Es de suma importancia que USTED esté a cargo de la  discontinuación. No vaya más rápido de lo que se sienta capaz.  

4 Busque a alguien que le pueda observar de cerca durante el síndrome  de abstinencia, ya que es posible que no se dé cuenta si se irrita o se  inquieta, que son algunas de las señales de peligro.

5 La discontinuación podría ser la peor experiencia de su vida. Por lo  tanto, debe estar preparado para ello. No debería empezar si está  sobrecargado de trabajo o estresado, porque ello podría empeorar los  síntomas de abstinencia. 

6 Recuerde siempre, sobre todo si la cosa se pone difícil, que al otro  lado le espera una vida mejor sin fármacos, la cual usted se merece. 

7 No se culpe si se siente miserable. Es culpa del médico que le recetó  los medicamentos. No pierda la esperanza ni la confianza en sí mismo. 

8 No crea a los médicos que le digan que se siente miserable porque su  enfermedad ha vuelto. Rara vez se da el caso. Si los síntomas aparecen  rápidamente y usted se siente mejor a las pocas horas de aumentar la  dosis de nuevo, es porque tiene síntomas de abstinencia, no porque su  enfermedad haya vuelto. 

«Los psicofármacos pueden ser útiles a veces para algunos pacientes,  en particular en el uso a corto plazo, en situaciones agudas. Pero  después de mis estudios en esta área, he llegado a una conclusión  muy incómoda: Nuestros ciudadanos estarían mucho mejor si  retirásemos del mercado todos los psicofármacos, ya que los médicos  son incapaces de manejarlos. Es ineludible que su disponibilidad  produce más mal que bien. Los médicos no pueden manejar la  paradoja de que los fármacos que pueden ser útiles en el tratamiento  a corto plazo son muy dañinos cuando se usan durante años y que  crean esas enfermedades que estaban destinadas a aliviar e incluso  peores enfermedades. En los próximos años, la psiquiatría debería por  tanto hacer todo lo posible para tratar lo menos posible, en el menor  tiempo posible, o no tratar, con psicofármacos».

Tengo las siguientes sugerencias. 

1. Disolver la psiquiatría como especialidad médica. En una asistencia  sanitaria basada en la evidencia, no utilizamos intervenciones que  hagan más daño que bien, que es lo que hace la psiquiatría. En el  período de transición, dejemos que los psicólogos que están en contra  del uso de psicofármacos sean los jefes de los departamentos de  psiquiatría y démosles la responsabilidad final sobre los pacientes. 

2. Los psiquiatras deben ser reeducados para que puedan funcionar  como psicólogos. Aquellos que no estén dispuestos a hacerlo, deberían  buscar otro trabajo o retirarse anticipadamente. 

3. La atención debe centrarse en que los pacientes dejen de tomar  psicofármacos, ya que son perjudiciales a largo plazo y la gran mayoría  de los pacientes están en terapia a largo plazo. La formación sobre la  abstinencia de fármacos debe ser obligatoria para todos los que  trabajan con pacientes de salud mental, y a todos los pacientes se les  debe explicar por qué es probable que tengan una vida mejor sin  fármacos. 

4. Establecer una línea de ayuda nacional que funcione las 24 horas del  día y un sitio web asociado para prestar asesoramiento y apoyo a las  personas afectadas por la dependencia a medicamentos y la  abstinencia. 

5. Proporcionar tiras adhesivas y otras ayudas para ayudar a los  pacientes a dejar de tomar sus medicamentos sin coste alguno para  ellos.

6. Disculparse. Significa mucho para las víctimas de abuso obtener una disculpa. Los gobiernos deben exigir a las asociaciones de psiquiatría  que pidan disculpas incondicionales al público en general por el  inmenso daño que han infligido a los pacientes de salud mental  mintiéndoles sistemáticamente, por ejemplo, sobre el desequilibrio  químico, y diciéndoles que los psicofármacos pueden proteger contra el  suicidio o el daño cerebral. Si las organizaciones no están dispuestas a  hacer esto, los gobiernos deben hacerlo por ellas y disolver las  organizaciones porque son perjudiciales para la sociedad. 

7. Dejar de usar palabras como psiquiatría, psiquiatra, trastorno  psiquiátrico, tratamientos y fármacos psiquiátricos, ya que son  estigmatizantes y los pacientes y el público en general las asocian con  malos resultados. Cambiar la narrativa y utilizar en su lugar términos  como salud mental. 

8. Dejar los problemas de salud mental en manos de los psicólogos y  otras profesiones afines, ya que lo que los pacientes necesitan más que  nada es la psicoterapia, la empatía, la atención y otras intervenciones  psicosociales. 

9. Descartar los sistemas de diagnóstico psiquiátrico como el DSM-5 y el CIE-11 por completo y centrarse en los problemas más importantes de  los pacientes. Los diagnósticos psiquiátricos son tan inespecíficos y  poco científicos que prácticamente toda la población podría obtener al  menos uno, y no encajan con los problemas que tienen los pacientes,  pero a menudo conducen a diagnósticos adicionales y más daño para  los pacientes con “curriculum” psiquiátrico. 

10. Hacer que el tratamiento forzado sea ilegal. Todo tratamiento de problemas de salud mental debe ser voluntario. El tratamiento forzado  hace mucho más daño que bien, y es discriminatorio.

11. Hacer que los medicamentos psiquiátricos estén disponibles sólo  para su uso en circunstancias estrictamente controladas: a) mientras que los pacientes los van reduciendo; o b) en casos raros en  que es imposible disminuirlos porque han causado un daño cerebral  permanente, por ejemplo, discinesia tardía; o c) disponibles para el  delirio alcohólico y también pueden utilizarse como sedantes en  operaciones y otros procedimientos invasivos, por ejemplo, la colonoscopia, que puede ser sumamente dolorosa. 

12. Hacer ilegal el uso de medicamentos con indicación para usos no psiquiátricos, por ejemplo, antiepilépticos, para cuestiones de salud mental, ya que esto es perjudicial. 

13. No se debe permitir que nadie que trabaje con pacientes de salud  mental tenga conflictos de intereses financieros con ningún fabricante  de fármacos psicoactivos u otros tratamientos, por ejemplo, equipos de  electroshock. 

14. Deben eliminarse todas las normas sobre la necesidad de un  diagnóstico psiquiátrico para obtener beneficios sociales o apoyo  económico a las escuelas, ya que crean un incentivo para pegar los  diagnósticos psiquiátricos a las personas en lugar de ayudarlas, lo que  implicaría otras intervenciones distintas a los fármacos. 

15. Todos: Hagan lo que puedan para cambiar la engañosa narrativa de  la psiquiatría. Hablen sobre los fármacos para la depresión, los  tranquilizantes mayores, el “speed con receta”, etc.

Por último reiterar que esta publicación no quiere decir que le  sea de aplicación a todo el que este en una situación parecida,  simplemente a mi me ha servido y creo que me ha salvado del “POZO NEGRO” en que he estado metido largo tiempo y del  que todavía me estoy recuperando …………. 

Saludos a todos,

Fidel

Comentario (1)

  1. María

    Responder

    Un pozo negro también es ir al psiquiatra, de ahí puedes no salir nunca, enlazando diagnósticos causados realmente por una mala medicación o una sobremedicalización. Lo sé porque lo viví. Entras con ansiedad y acabas dios sabes con qué. Asexual, zombie, despersonalizada, con fobias, ni te reconoces de cómo acabas, ya no eres ni tú. Gran testimonio, gracias.

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 Asociación de Afectados por la Psiquiatría (Apsi)
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