Acabo de leerlo, la Asociación Madrileña de Salud Mental  considera que el Protocolo de Atención a Personas con Trastornos de Déficit de Atención (TDAH), vigente en Atención Primaria de la Comunidad de Madrid, es de una precariedad conceptual y metodológica alarmante, con graves consecuencias para los menores. 

Las reflexiones  y el análisis de la AMSM, no dejan dudas, el protocolo  constituye una cronificación y agravamiento de  problemáticas infantiles que hay que analizar para que sean válidas dentro de su contexto, y desde ahí buscar soluciones.

 Siempre ha habido niños inquietos. Medicalizarlos es un disparate. No contribuye a su desarrollo futuro, y  puede aportar graves consecuencias sobre su desarrollo. 

 Para la AMSM: 

1) Desde el punto de vista teórico, aunque presenta diferentes marcos interpretativos, este protocolo  toma claro partido por las neuronarrativas, apoyando sus tesis en datos de estudios sobre los que no ofrece referencias que permitan el debate.

2) Plantea un cribado oportunista sin base científica que conduce a que todo niño sea susceptible de sospecha.

3) Considera el diagnóstico precoz, como garantía de buen pronóstico, obviando las consecuencias que tiene en el desarrollo del niño una patologización temprana de su comportamiento. 

4) El protocolo conduce a una colonización del TDAH de todos los problemas que pueda presentar el niño en el aula o el adulto en otros contextos productivos, y a eclipsar otros elementos (el momento del desarrollo, dinámicas familiares, el contexto educativo o laboral, situación socioeconómica, variables culturales, otros problemas de aprendizaje… ) que pueden explicar su conducta, esto conduce a que queden desatendidos elementos clave para su bienestar.

4) Respecto a la metodología de evaluación, se utilizan prioritariamente escalas, que deben cumplimentar las madres, padres y profesores especificando la frecuencia de unas conductas que aparecen descontextualizadas, y, por tanto, son fácilmente atribuibles a un problema del sujeto.

5) Estas escalas no contemplan que la presencia de este tipo de conductas puede estar relacionada con la etapa del ciclo vital, pueden ser reactivas a las características del contexto o a la dificultad del adulto para sostenerlo y atender a sus necesidades.

6)Todo ello implica un riesgo evidente de que aparezcan gran cantidad de falsos positivos, que entrarán en el circuito sociosanitario, con consecuencias negativas en la construcción de la identidad, las relaciones con los iguales y el recorrido académico.

7) Respecto a la intervención, el texto vuelve a intentar ocultar su sesgo biologicista reflejando una aparente apertura a diversidad de tratamientos individualizados.

8) Dedica una página a la mención de las intervenciones psicoeducativas y las psicoterapias y diez a los fármacos, quedando en un lugar accesorio el abordaje de los determinantes psicosociales.

9) No se menciona la iatrogenia de la prescripción farmacológica en niños y adolescentes en términos de interferencia en el desarrollo.

10) Tampoco se han declarado los conflictos de interés de los autores que ascienden a más de 20000 euros percibidos de parte de las compañías farmacéuticas propietarias de los  fármacos dirigidos al tratamiento del TDAH, solo entre 2018 y 2021.

11) La atención a la familia se limita a un trabajo de psicoeducación a través de folletos, sin un espacio para la escucha acerca del impacto del diagnóstico, se obvia cualquier impacto emocional en el niño o en su familia.

12) El documento presenta un desconocimiento claro del trabajo de coordinación interdisciplinar entre atención primaria y salud mental. Habla del trabajo multidisciplinar excluyendo a gran cantidad de figuras (psicólogo, educador social, orientador, cuidador, terapeuta ocupacional) y reduciendo la labor de otras a su mínima expresión (p.e. los trabajadores sociales como gestores de recursos). 

13) La coordinación con el ámbito educativo está centrada en la enfermedad y no en el bienestar del niño.

14) Dada la ausencia de validez de las tesis que sostiene, la precariedad de la metodología que utiliza, y el conflicto de interés no declarado, nos preocupa que este protocolo tenga intereses distintos a la búsqueda de una mejora en la salud de la población.

15) La afirmación de que las intervenciones educativas, psicosociales y psicoterapéuticas no están disponibles para todas las familias de forma privada abre la puerta a entender que existen dos tipos de abordaje: uno adecuado, privado, caro, para quien lo pueda pagar y una práctica deficitaria, medicamentosa, para quien “sólo” pueda recurrir a la pública. Así, este protocolo se presenta como un ejemplo de parasitación de los recursos públicos en favor de los privados.

16) Desde la AMSM lamentamos esta pérdida de oportunidad y manifestamos nuestra preocupación por lo que consideramos un protocolo deficiente, conflictivo e iatrogénico.

 Firmado a Madrid, 26 de mayo de 2023 por Asociación Madrileña de Salud Mental,  quien nos remite a un análisis más profundo  que se desde la página de la Asociación se puede descargar y  es de gran interés para educadores, padres, y todos los que quieran profundizar en esta temática. 

 La colonización con medicamentos de la infancia es un disparate que a quién favorece es a la industria farmacéutica, da la sensación que se hace algo, cuando ciertamente no se piensa en nuestros menores. No se aborda la solución de un problema, se crean nichos de futuras personas medicalizadas y atrapadas en un sistema psiquiátrico iatrogénico, cuya madeja envuelve a familias enteras, y daña a la infancia. 

  M.ª Rosa Arija Soutullo, Psicóloga 

 Asociación de Afectados por la Psiquiatría (Apsi)
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