Soy JCA, y quiero relatar brevemente como mi hijo, IBA, con 30 años de edad, fue sometido a 10 sesiones de electroshocks en el Hospital Provincial de Santiago de Compostela en Febrero de 2023 en contra de su voluntad y de la de la familia.

Mi hijo sufre algo como un ataque de pánico estando en casa y  es llevado a urgencias desde donde es derivado a la unidad de psiquiatría y queda ingresado. 

Al día siguiente a las 10 de la mañana su madre y yo vamos a hablar con la psiquiatra que lo atiende. Nos dice que puede padecer esquizofrenia y ahí empieza todo.

Nos dejan media hora al día de visita, dos llamadas y él puede realizar una.

Cuando le vemos está muy medicado.

A las dos semanas la psiquiatra nos dice que si no hay ningún problema el próximo fin de semana podrá venir a casa y volver el lunes al hospital.

Mi hijo manifiesta constantemente que no quiere estar ahí.

Un día antes del permiso nos llaman y nos dicen que él no quiere venir a casa. Cuando le preguntamos directamente dice que está tan confuso que no sabe ni cómo responder cuando le hablan. Aún así persiste la idea de que venga el domingo.

Pero cinco minutos antes de llegar al hospital a recogerlo nos llaman para cancelar la visita.

La psiquiatra argumenta que el viernes estaba bien y el lunes lo encuentra catatónico. Mencionar que el sábado lo vimos y estaba igual que el viernes. No había empeorado, no estaba catatónico.  

Pero cuando pasamos el lunes a verle en el despacho de la psiquiatra, mi hijo está en shock, temblando, llorando, desesperado, diciendo: “Papá, sácame de aquí que no estoy loco”.

La psiquiatra nos comunica que en estas tres semanas ha probado cinco medicamentos diferentes y no reacciona a ninguno. No sabemos qué reacción esperaba. Y la propuesta es aplicar TEC (Terapia Electroconvulsiva) el viernes próximo porque no sabe qué podría pasar si no se hace. Nos asusta diciendo que no está comiendo y que igual necesitará sonda y que temía por su vida. Ante tal información verbal firmamos un consentimiento que dicen podemos revocar en cualquier momento. Pero no nos da más alternativas.

Cuando salimos, nos damos cuenta de que lo que nos proponían eran electroshocks, así es que nos informamos y decidimos que no queríamos eso para nuestro hijo.

Pero cuando dos días después pedimos revocar el consentimiento para la TEC, otro psiquiatra nos trata de atemorizar con que es un error lo que estamos haciendo y que seremos culpables el resto de nuestra vida; que los antipsicóticos que le dan no valen para nada, y que la única solución es la TEC.

Pedimos entonces una segunda opinión y nos contestan que si no nos vale con los cuatro psiquiatras que hay en el hospital. Decimos que querríamos otra opinión porque habíamos visitado a un psiquiatra externo,  el cual nos manifestó que no veía apropiado el electroshock para nuestro hijo y que le gustaría ver el historial.

No obstante cuando pedimos el historial nos lo deniegan, y entonces automáticamente solicitan la autorización del juez para ese tratamiento porque lo consideran un ingreso involuntario.

Entonces contratamos un abogado e intentamos parar los electroshocks que ni nuestro hijo ni nosotros queríamos.

Nuestro hijo manifestó en el escrito de petición para que le defendiera un abogado que no quería recibir TEC, pero el juez no hizo caso.

La situación era de la siguiente manera: si hacíamos lo que querían todo estaba bien, pero si pensábamos otra opción o consultamos con otros médicos o decidimos algo diferente, ellos acudirían al juez, el cual siempre les autorizaba todo y nos dejaba indefensos. Esa era la tónica general y daba la impresión de que lo tenían todo bien atado.

Nos negaban el historial clínico para la consulta con otro psiquiatra. Decían que era mayor de edad y que no está incapacitado, pero al mismo tiempo no le dejaban darnos autorización para sacar ese mismo historial. Contradictoriamente, no respetaban sus peticiones y le sometían a un ingreso involuntario, a tratamientos que no deseaba y tampoco dejaban que su familia le ayudara. No pudimos llevarle al hospital privado que elegimos para pedir una segunda opinión, porque siempre nos ponían pegas.

El viernes se gestiona todo lo judicial y el lunes 27 de marzo, antes de que podamos hacer nada, a las siete de la mañana, cuando normalmente es más tarde, tiene la primera sesión de TEC. Cuando llegamos al hospital, ya estaba hecho. Ni nos avisaron en esa primera ocasión ni en las sucesivas.

Cuando el abogado solicita la firma de mi hijo para la petición del historial clínico que nos niegan a nosotros, nos prohíben las visitas a todos para que no podamos obtenerla. Al final conseguimos visitas de su madre, pero me las niegan a mí.

Paradójicamente, nos llaman unos días después para que firmemos el Consentimiento informado para un Angiotac porque después de la TEC ha empezado a sangrar por la nariz. Por tanto mi hijo era capaz o incapaz según conveniencia de psiquiatría y sin ningún respeto por las opiniones del paciente o la familia.

Y es curioso que piden a mi mujer que firme el consentimiento para esa prueba pero no le dejan visitar a nuestro hijo para ver cómo está.

Mi mujer dice que tiene que consultar conmigo antes de autorizar nada  y le dicen que si no firma lo harán a través del juez, una vez más.

El mismo día 19 de abril  le dan la última sesión y el alta.

Durante el tiempo que estuvo ingresado (Desde el 9 de febrero al 19 de abril) nos hemos sentido coaccionados. Incluso uno de los psiquiatras me llamó mentiroso patológico e ignorante.

Sabemos que se han vulnerado Derechos Fundamentales y la ley de Autonomía del Paciente entre otras normas.

Ahora le siguen administrando antipsicóticos. Paradójicamente algo que no servía para nada (según el psiquiatra encargado de los TEC) y se podían tirar a la basura. No entendemos si el electroshock era la solución, porque lo medican con lo que según este médico no valía para nada.  

Esto nos ha hecho dudar seriamente de la sanidad y de la justicia.

Sentimos impotencia e incredulidad de que estas personas se llamen médicos.

No queremos que esto nos vuelva a pasar y no queremos que le pase a nadie más. Se tienen que respetar los derechos de las personas en cualquier circunstancia y tenemos que ser libres de tomar nuestras propias decisiones.

La única mejoría que nuestro hijo ha tenido ha sido por el regreso a casa, dónde se siente querido  y cuidado por su familia.

Se tienen que prohibir los electroshocks, ya que se realizan sin consentimiento informado. Hemos podido ver que no respetan los derechos de las personas y que tampoco  dan  soluciones.

Exigimos mayor transparencia y que se informe debidamente a las familias de lo que es un ingreso involuntario para así poder decidir. También que se respete la voluntad del paciente y de sus representantes legales a la hora de recibir cualquier tratamiento, entre muchas otras cosas.

El derecho a tener una segunda opinión ante un diagnóstico psiquiátrico es crucial, ya que muchas de las enfermedades  psiquiátricas suponen un estigma de por vida.

Queremos tener voz y que se nos escuche como afectados que hemos sido por mala praxis psiquiátrica.

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