Un tema sangrante con muchos ángulos y responsabilidades.

EL OBJETIVO A ALCANZAR: CONTENCIONES MECÁNICAS IGUAL A CERO.
La denuncia del hospital privado La Robleda de Galicia, a 15 km de Santiago de Compostela, en O Pino que atiende a enfermos derivados de la sanidad pública, destapa violaciones de derechos y mala praxis. Presentada al defensor del pueblo, trae de nuevo a la palestra un tema candente en psiquiatría, se trata del tema de las contenciones mecánicas, uso y abusos de las mismas. Pacientes atados durante semanas, personas ingresadas desde hace años.
Lo que allí se vive nos parece increíble, una vulneración de los derechos de los pacientes. Esta realidad ha sido expuesta en varios artículos de prensa, desde El País a otros medios.
En uno de los vídeos que realizaron en la visita al centro, por los integrantes del Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura, se constató también que se ató a una persona ingresada que estaba claramente tranquila y no mostraba ningún signo de intranquilidad. Se detectaron condiciones insalubres en la realización de estas contenciones. El Defensor del Pueblo agrega que hay cámaras de videovigilancia en todas las habitaciones, lo que puede suponer una violación del derecho a la intimidad; que a los pacientes fumadores se les limita el número diario de cigarrillos, lo que “contraviene la libertad individual”, y que los internos tienen prohibido el empleo de dispositivos tecnológicos: no hay ordenadores y el uso de la televisión está restringido, según informa Luis Pardo desde elDiario.es.

La Robleda es un centro adquirido por Hestia Alliance en el año 2024. Esta compañía junto con Grupo 5 y Mentalia es claramente dependientes del dinero público. Su principal vía para conseguir los fondos son los conciertos, que consisten en cobrar a la Administración por cada plaza que ponen a su disposición para los pacientes que lo necesiten, según Infolibre.
La obligación de la Consellería de Sanidad de Galicia es vigilar, cuanto menos, que se cumplan unos estándares mínimos de atención al paciente en salud mental.
La abolición de las contenciones mecánicas es uno de los objetivos de la Asociación Afectados por la Psiquiatría. Los pacientes que la han padecido la recuerdan todos como una experiencia altamente traumática, experiencia que recuerdan vivamente y, que después de años, la siguen viviendo como una herida y con sentimientos de humillación.
Conocemos que en el 2019, la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa aprobó la resolución 2291, titulada: Ending coercion in mental health:the need for a human rights-based approach. En la misma se insta a los Estados miembros a que inicien de inmediato la transición hacia la abolición de las prácticas coercitivas en los servicios de Salud Mental. Entre las causas se encuentra el hecho de padecer una cultura de reclusión que se centra y se basa en la coerción más que en prácticas respetuosas de los derechos humanos; incluido el derecho a la salud sobre la base del consentimiento libre e informado. Esta falta de derechos debe de seguir siendo motivo de gran preocupación para las sociedades que lo padecen.

La realidad, se usa y se abusa de las contenciones, no se ofrecen otros cauces alternativos, se extienden por las Unidades de Psiquiatría y hospitales Psiquiátricos de España y están inscrita dentro de una cultura de la coerción.
Algunos apuntan a la mano invisible de la sanidad en las autonomías del estado español, que se salta sus propias responsabilidades, porque es cómodo mirar para otro lado. Pero los perjudicados somos indirectamente todos.
Un estudio sobre 21 internos en formación psiquiátrica pone de manifiesto que las contenciones mecánicas los mismos alumnos lo viven como experiencias no deseables, en las que prima la influencia del contexto psiquiátrico.(1)
Las sujeciones las determina el adjunto o jefe del servicio, y a ellos se les puede echar una bronca por no realizarlas:
Yo me siento presionado muchas veces por las contenciones, tanto por la gente de la propia urgencia, por parte de enfermería… y de mi propio servicio.
El adjunto o jefe de servicio te dice: a este paciente se le contiene, después de haber contado tú que se podría mantener al paciente de otra forma.
En caso de que no lo hagas, bronca.
Yo creo que el paciente psiquiátrico en urgencias es un paciente de segunda, que molesta, que no se le tiene la misma consideración.
Me siento muy rabiosa y muy deshonesta conmigo misma….
Yo estoy ejecutando la mano invisible del Estado.
Racionalizamos, normalizamos.
Como se puede ver, habría profesionales que están indicando esa división que existe dentro de la psiquiatría y esa necesidad que sienten muchos de un cambio de paradigma, de empezar a transitar por una forma de trabajar distinta. Ese maremagnum de malestar que no deja de indicar que el esquema biomédico, neurobiológico, de tipo librecambista y preponderante tiene graves grietas, que es un edificio que hace aguas por todas partes, y que se está inundando, por mucho que desde las cúpulas de poder psiquiátrico se estén lanzando contraseñas de que todo lo que pasa es normal, como cuando se dice: No es al paciente al que se contiene sino la enfermedad. O en otras palabras: Atamos a la enfermedad, no a la persona. (2)

No nos engañemos, se contiene al paciente, y él es el principal perjudicado, cuya experiencia traumática, puede no llegar nunca a remontar.
La capacidad de racionalizar, de normalizar, que tiene el estudiante de psiquiatría, no la tiene el paciente que vive la experiencia y que le desgarra, que siente que se le ha privado hasta de la movilidad de su propio cuerpo.
Indicamos que estos colectivos de profesionales sensibles a lo que está pasando, tendrían que decir ¡basta!
Hacer pública sus quejas, para acelerar un cambio que es urgente, si quieren en algún momento conservar su credibilidad y no seguir actuando en contra de su conciencia ética.
La voz de los pacientes es un revulsivo para todos, familiares, amigos, enfermeros, celadores, médicos, defensores de los derechos humanos.
La voz de los pacientes es tan desgarradora, lo que sufren es tan humillante, que su voz se tiene que escuchar como un grito de socorro, angustiante y tremendo que se cuela en el salón de nuestra casa, y que nos lleva a: esto hay que pararlo.
En dos o tres ocasiones, estando ingresada, me hicieron contención mecánica. Yo me resistía, gritando y maldiciendo, no servía de nada. Cuatro “armarios” me arrastraron por un pasillo hasta una pequeña y oscura habitación. Me ataron con correas de cuero, con brazos y piernas separadas. Me quedé totalmente inmovilizada, me dolían las muñecas y los tobillos. Estaba desesperada e indignada. Me sentía humillada y tratada de manera cruel, vejatoria y aberrante.
De hecho, según la OMS, es considerada un “acto de tortura”. En algunos países se ha derogado por ley, como en Islandia , y en otros se trabaja para llegar a cero contenciones, Inglaterra, Holanda, Alemania, Suecia…(3) ¿Por qué en España estamos tan lejos de ello?
Para mí, es algo que no puedo olvidar, es como una herida que no ha podido cicatrizarse. Estoy luchando para que desaparezca a través de artículos y un documental. Ojalá se vean realizados mis deseos. Las contenciones permanecen ocultas, pues no hay un registro en el que figuren con el nombre del paciente en cuestión, fecha y persona que la ha atado. No hay constancia de nada, de manera que paciente/familiares no pueden reclamar algo que brilla por su ausencia.
Es vergonzoso y no hay ley que nos ampare en este mundo de una psiquiatría deficiente y de pocos recursos.(4)
¿Por qué se siguen aplicando, y defendiendo como terapéuticas, las contenciones físicas y químicas con sus graves repercusiones emocionales en los internamientos psiquiátricos?

Marta Carmona, psiquiatra manifiesta: Incluso profesionales volcados en la causa tienen normalizada una forma de funcionar. El sistema deja descubiertas un montón de necesidades y cuando todo ha salido mal, in extremis, actuamos por la vía violenta. El marco biomédico no ha ayudado. Cuando se llega a una situación que finaliza en un ingreso involuntario es porque, desde mucho tiempo antes, están pasando cosas que están llevando a la persona y a su entorno al límite. Parte del diseño de la red de salud mental está pensada para hacer estos apoyos más comunitarios y mucho más respetuosos con los ritmos de las personas, pero está infradotada. (5)
Para Afectados por la Psiquiatría, el tema es más de base, más del paradigma imperante en la psiquiatría preponderante en la actualidad, la biomédica. Se trata de a dónde se llevan los recursos, si a una alternativa eficaz para que se respeten los derechos de los pacientes o no, si a un marco imperante de psicofarmacología como solución todopoderosa, ineficaz, dañina, y cara, o… a unos recursos que se centren en tratar los problemas del vivir de manera más holística, donde los aspectos psicosociales estén como cimientos de la salud mental.
Las palabras de José Leal, psicólogo clínico miembro del Consejo Consultivo de Salud Mental España, son claras en cuanto a las contenciones:
¿Cómo es posible que ocurra eso en nuestro tiempo, que no se escuche a quienes sufren la violencia de prácticas y tratos inadecuados? Por la desidia de muchos. Estoy seguro de que pocos profesionales no sienten repugnancia cuando acceden a dichas prácticas, pero un exceso de adaptación a la institución les lleva muy prontamente a aceptarlas, cuando no a justificarlas.
El fin no puede justificar los medios, y menos cuando estos se acercan a lo cruel, si no es que caen en ello. Nadie puede desear tales violencias para sí ni para los suyos».
Para Leal el motivo de que se sigan empleando estas prácticas es que sigue habiendo «mucho miedo» a la libertad y la autonomía, y demasiado arraigo del estigma de la violencia y el descontrol atribuidos a las personas con problemas de salud mental.
«Además, dañan el vínculo terapéutico y casi hace imposible su continuidad desde la posición de horizontalidad y autonomía porque la coerción no es terapéutica y hiere la dignidad».
Amaia Villalonga, educadora social, que es integrante de la Federación Andaluza de Asociaciones de Salud Mental, lo ha vivido en persona. Recuerda cómo la llevaron a un sótano:
“Me dejaron atada y encerrada sola; recuerdo sentirme muy asustada. Nadie me explicó por qué estaba allí ni intentó hablar conmigo. Porque esa es una cosa que pasa, que no te tratan como persona y no se comunican contigo, nadie se acercó a explicarme dónde estaba”. Los efectos, explica, son devastadores. “Yo dije: o me someto o no salgo de aquí; por supervivencia tragas con lo que sea”. “No he sentido tanto terror e impotencia en toda mi vida; me ha costado más curar esa herida que recuperarme de tener experiencias psicóticas.”

Leal aporta soluciones de equipos comunitarios que atiendan las crisis, el incremento de recursos profesionales y modificación de los espacios para hacerlos menos hostiles, implementar apoyos a los y las profesionales para que se impliquen en nuevas prácticas alejadas de las relaciones de poder, y reconocer el saber de las personas con experiencia propia y su entorno para la planificación de servicios.
El debate ha ido calando, pero a fecha de hoy está por resolver.
Entre las propuestas que están sobre la mesa, está el establecer sistemas de registro del uso de sujeciones o contenciones. Nadie las registra, y por tanto no existen, se hacen invisibles. Hay que rediseñar los espacios de hospitalización orientándolos hacia la acogida, establecer unidades pequeñas con ambiente terapéutico y tranquilizador, y formar a los y las profesionales en prácticas de relación terapéutica centradas en la persona.
Es muy importante la creación de cauces reales de participación de usuarios y usuarias en el diseño del trato con los pacientes.
En definitiva, de cambiar el discurso hegemónico sobre la salud mental para que el bienestar de las personas esté en el centro.
“No nos vale que nos digan que faltan recursos y que no hay personal, eso no es un motivo para vulnerar derechos”, dice Fernando Alonso.
Las heridas de las contenciones no son sólo emocionales, sino que pueden ser físicas (hematomas, fracturas, atrofia muscular), pudiendo llegar incluso en ocasiones provocar graves daños.
Otro afectado cuenta:
«Me agredieron. Fue durante un ingreso hospitalario por la seguridad privada. Primero me redujeron, siendo el ingreso voluntario, para sedarme y recurrir a contenciones mecánicas, cuando me subí solo a la camilla. El segundo motivo, llamar a gritos a los familiares que me pudieron visitar durante 5 minutos a planta, cuando recién se habían ido. Resultado de ello: llamada del psiquiatra a seguridad, con la denigrante situación de reducción violenta y anclaje a la cama de la planta del hospital donde yo, por suerte, anduve solamente 30/40 minutos, pero un compañero llevaba días pegado a su cama en la habitación contigua». Comentarios Jonathan Yust , representante de la Federación Murciana en el Comité Pro Salud Mental.
“Tú no sabes quién ha ordenado que te aten, cuando tendría que ser por una causa judicial, que lo ordenara un juez. Pero no te avisan si tienes derechos. Simplemente, llegas a un hospital, te cogen, te atan… y muchas veces, la familia tiene problemas porque no sabe qué tratamiento o qué contención están llevando a su familiar”, explica Mercè Torrentallé. (7)
Amaia Villalonga explica que, tras pasar por la experiencia de haber sido atada y permanecer aislada, buscó alternativas a las que recurrir en caso de tener que enfrentar otra experiencia de psicosis. “Cuando años después tuve otra experiencia psicótica, me atendió un grupo de amigos y familiares, con la premisa de que lo prioritario era evitar otro ingreso. Mi gente dejó todo un mes para estar conmigo y atenderme, y yo salí de esa experiencia con el sentimiento de haber sido respetada”, explica.
Las contenciones, dice Villalonga, son la punta del iceberg, el ejemplo más espectacular, de un problema cuyo fondo es cómo se concibe la salud mental. Pero hay experiencias que demuestran que otra salud mental es posible, asegura.
Para Carlos Aguilera, enfermero especialista en salud mental: uno de los grandes lastres en la atención prestada a la salud mental de las personas es todo lo que concierne al uso y empleo de la contención mecánica. (8)
Las contenciones son un verdadero freno al modelo de recuperación en salud mental.
Carlos Aguilera explica que: la ausencia de registros y control, debido a la no existencia de un protocolo de actuación único, deja en evidencia el abuso y libertinaje con el que se utilizan este tipo de mecanismos. De sentido común, el principal método para no atar a la gente es no querer hacerlo, reza la cabecera del artículo.
El presidente del Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI), Luis Cayo Pérez Bueno comenta que: las contenciones mecánicas “violan de modo abrumador los derechos humanos fundamentales, como el de la libertad personal, el de no recibir tratos inhumanos o degradantes y el de preservar la dignidad individual. Se trata de una práctica aberrante que niega el contenido esencial de esos derechos. Ni ética, ni jurídica, ni social, ni médicamente pueden ser aceptados o tolerados”. (8)
Hay que ser conscientes que las contenciones no sólo son físicas, sino que las contenciones también tienen otras vertientes, tan preocupantes o más que las expuestas, entre ellas las farmacológicas, de las que en otro artículo hablaremos.
Las vidas dañadas, la dignidad gravemente herida, hace sufrir a los más desvalidos. Reclamar sus derechos es una tarea de todos, no podemos olvidarlo.
M.ª Rosa Arija Soutullo, Psicóloga
REFERENCIAS
1- Salud Mental y Derechos Humanos:La experiencia de los profesionales en formación en el uso de las contenciones mecánicas en Madrid, España. Luis Nocete et al. Salud Colectiva, 2021, Scielo.
2- Marina Díaz Marsá. 25 octubre 2024. Instagram. Declaraciones en un acto institucional el Día de la Salud Mental.
3- La campaña Cero contenciones reclama que no se ate a gente en ingresos psiquiátricos. 2018. Todo por hacer. www.Ocontenciones.org
4- La voz de Salud Mental España. Conxi García de Marina Alloza vocal de la Junta Directiva de la Associació Salut Mental Pallars en Primera Persona. Revista Encuentro n.º 1- 2023, p.16
5- Marta Carmona, autora con Javier Padilla, médico de familia, del ensayo ‘Malestamos’,, psiquiatra en un centro de salud mental. Entrevista en Revista Encuentro n.º 3-2022, p.13
6 y 7 – Salud Mental España denuncia el uso de contenciones mecánicas en los hospitales
Europa Press. .2020.
8- Encuentro n.º 2 2017. Confederación de Salud Mental España.