Hay quienes se atreven a decir en alta voz cómo se han sentido con los antipsicóticos, quienes ponen nombre a sus síntomas y expresan lo que para ellos ha significado, y sigue significando en sus vidas.
De vez en cuando se escapan testimonios de jóvenes, si se escapan, en Revistas de Centros de Salud Mental, en los blog destinados a la expresión de los pacientes.
Si ojeas algunas de ellas, te das cuentan que están controladas por el discurso oficial. Las quejas de los afectados, se reconducen en respuestas al punto que los profesionales les parece el adecuado, que los antipsicóticos son imprescindibles para la vida del paciente psicótico y esquizofrénico.
Tuve suerte, hace meses hallé una de esas revistas digitales donde dieron la entrada a varios afectados por los antipsicóticos, y les dejaron hablar.
En general, muchos afectados por la medicación se refugian bajo el anonimato. Normal, bajo la presión social y médica que hay. Normal, porque huyen de las consecuencias que puedan tener sobre las ayudas que reciben, normal, porque se sienten inseguros de la presión que el propio sistema pudiera en el futuro, ya no sólo en el presente, ejercer sobre ellos.
Recojamos algunos de estos testimonios, sin nombres, dejándolos, en el anonimato, guardándonos las fuentes como hacen en el periodismo de investigación.
Hola, soy Alex (seudónimo), espero que respeten mi texto, en internet he encontrado un artículo sobre la peligrosidad de los antipsicóticos…
Ciertamente hay estudios en esta línea, bastantes, y muchos otros, alabando sus efectos positivos, presentándolos como una alternativa válida, como la única alternativa para que el enfermo salga de la psicosis. Ahora, ¿informan del malestar y del deterioro que al paciente le producen por dentro? Eso queda claramente enmascarado, por un racionamiento plano, nada crítico, de acorde con el sistema imperante, vendido como la única solución.
La medicación psiquiátrica es veneno…
Además me parece anti-humano que se obligue a alguien a lobotomizar su mente, por mucho que esté sufriendo o por mucho que «no acepte su enfermedad».
Pensar que estás enfermo es peor, por mucho que los psiquiatras digan que lo principal es aceptarlo.
Lo que en realidad quieren es convertirte en un enfermo que tome la medicación, eso es lo que han aprendido, así es como ganan el dinero… (Alex)
Los sentimientos de Alex son claros , los antipsicóticos los vive como venenos, es fuerte, como una lobotomía, como si hubieran entrado en su cerebro y le hubieran quitado una parte de él.
El tratamiento le parece algo inhumano, y vive que se le obliga a medicalizarse en contra de su voluntad. Hacerte sentir enfermo es negativo. Y los psiquiatras quieren que aceptes tu enfermedad. ¿Cuál? ¿La diagnosticada por unas herramientas, DSM, CIE que no son ni científicas ni válidas?
No es sólo Alex, sino que hay muchos otros pacientes que sienten lo mismo, porque es cómo se sienten con los tratamientos recibidos. Ellos no son cómplices del discurso oficial.
Hola soy Tomás (seudónimo) y tengo esquizofrenia. Llevo varios años medicado con Xeplion y he padecido bastante sus efectos secundarios.
Antes de medicarme podía hacer deporte perfectamente y me encontraba con mucha energía a lo largo del día.
Desde que me estoy medicando he perdido toda mi energía física y la libido.
He engordado y me cuesta mucho pensar, memorizar y procesar datos.
Mi familia me obliga a medicarme, pero si fuese por mi dejaría de hacerlo y no me importaría volver a estar enfermo con tal de poder estar como estaba sin la medicación. Prefiero estar »loco» a tener que ser esterilizado de esta forma y dejar de ser yo mismo.
Echo de menos mi antigua vida sin la medicación.
Suerte tenéis los que podéis tomar esa decisión de tomar o no tomar la medicación, vosotros sois realmente libres.
Se ve claro, se sigue aumentando la lista de las vivencias de los efectos negativos de los antipsicóticos. Pérdida de la vitalidad, del deseo sexual, dificultades para pensar, memorizar, el sentimiento de malestar profundo cuando deciden por ti y no te dejan ser tú mismo, la vivencia de minusvalía, de vida enajenada. Tomás considera impuesta esta alternativa, la medicación, para salir de la locura, preferiría estar loco, y no medicarse. Otros pacientes opinan como él. Todos estos sentimientos juntos son emocionalmente un tornado más dentro de la cabeza.
Analizando sólo un aspecto concreto de lo relatado por Tomás. ¿Podemos imaginarnos lo que para una persona, un/a chico/a joven es perder el deseo sexual? ¿Podemos llegar a sentir como eso dificulta el proyecto de vida, de relación con el otro sexo, y produce sentimientos de minusvalía? ¿Tiene alguien el derecho a sugerirte que tomes una medicación que te puede llevar a renunciar a una parte de tu identidad personal, a no tener deseos sexuales? Pero de eso no se habla, ni se les dice a los pacientes, y raramente se le informa a la familia, si es que se la informa o se llega a enterar. Si fueran honestos, a más de informar al paciente, que es su obligación, y no hacerlo es una vulneración de sus derechos, nos podrían decir a los padres:
“Háganse a la idea, su hijo a partir de ahora, no va a tener energía, va a deteriorarse su capacidad de cognición, de memoria, tendrá dificultades enormes en encontrar un empleo, así como puede verse afectada su sexualidad… Le hemos metido en una camisa de fuerzas, y creado un malestar por dentro del que no podrá salir fácilmente, porque los antipsicóticos, son adictivos, y también inflaman el cerebro, pero qué le vamos a hacer, es lo único que podemos recetar cuando se le ocurre una chaladura. No nos echen la culpa. Si se deteriora, no son las medicinas, es el propio proceso de la enfermedad”
Todo esto nos lo dirían, bajito. Como quien no quiere la cosa, como un secreto que otros aceptan, y al que el mismo paciente parece que se suscribe. Y lo ocultan los médicos psiquiatras de tal forma, que cuando lees un informe psiquiátrico, todo lo que acontece al paciente es producto de su enfermedad, y nunca de lo que los psiquiatras le han metido en el cuerpo. Eso se llama… no digo la palabra. ¿Ironía, chiste?:
“Ah! no se olviden, nosotros los psiquiatras estamos jugando a salvadores, comunicar la verdad cruda y dura no entra en este juego de roles, porque es posible que perdiéramos ese halo que nos envuelve de saber mucho de lo que ocurre en el cerebro, aunque la verdad, poco sabemos, sólo el funcionamiento de unos cuantos neurotransmisores, de los muchísimos que pueblan nuestro cerebro.”
Muchos padres, si hubiéramos conocido esta realidad no hubiéramos dejado que a nuestros hijos les medicaran así. Una vez en el circuito, salir de ellos es una labor cruda y lenta. No se pueden interrumpir como quien deja de comer un plato de lentejas. Hay que hacerlo con ayuda de un experto.
Seguiremos hablando de los antipsicóticos, de primera, segunda y tercera generación, de las vidas que truncan y de los desastres que producen.
Ellos, los afectados, hablan.
M.ª Jesús Chocarro
Psicóloga
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