POR ANTONIN ARTAUD

Parece ser que el diagnóstico del Dr. Beer sobre van Gogh, que llegó a las manos de Artaud, fue uno de los motivos básicos que llevaron a Antonin a escribir sobre van Gogh. Se sintió indignado, se identificó con Vincent van Gogh, al que el Dr. Beer calificaba como un desequilibrado con excitaciones violentas de conducta maníaca, con arrebatos brutales, un ser complejo, inconsciente en lo que se refiere a su vida material, pero perfectamente lúcido en el ejercicio de su arte.
El Dr. Beer, en su estudio, sigue explicando que los defectos de Vincent, sus incapacidades, sus malas inclinaciones, abrumaban a quienes debían de compartir su existencia.

En conjunto, los estudios de la supuesta locura de van Gogh son un exponente claro de los vaivenes de la psiquiatría, en cuanto a diagnóstico se refiere, ya que a Vincent, una personalidad con unos valores humanos increíbles, a lo largo de los años, se le ha calificado con diferentes diagnósticos psiquiátricos, no llegándose a poner los profesionales de acuerdo en cuanto su enfermedad mental, a pesar de que la enorme correspondencia de van Gogh, con su hermano Theo, con su familia y amigos, es un documento de una riqueza indiscutible sobre quién era van Gogh.

Artaud discrepa de esta visión del Dr. Beer, refuta su diagnóstico, y el de la psiquiatría en general. Estoy bastante de acuerdo con ello. La estancia de Vincent en el manicomio le llevó a muchas reflexiones de todos los colores, a las que se dedicará un apartado en la siguiente parte. Terminó allí, internado en un manicomio durante un tiempo, porque el entorno de Arlés, donde vivía, provinciano y buscador de chivos expiatorios, se cebó en él. No existió respeto por Vincent y se le hizo motivo de escarnio, el cual nadie pudiera atajar convenientemente. De ahí que terminara en el manicomio de Saint-Rémy.

Volviendo al diagnóstico de Beer, falla por todos los lados. Veamos algunos comentarios que le prejuzgan. ¿Inconsciente a lo que que se refiere a su vida material? El Dr. Beer no conocía profundamente su correspondencia, se deja guiar por tópicos, y desde luego no se para a pensar o desconoce los acuerdos familiares en materia de economía que entre Vincent y su hermano Theo existieron. Tampoco los sacrificios que por no ser tanta carga económica, Vincent realizaba, ni los sentimientos de malestar que depender de su hermano económicamente le ocasionaban, ni tampoco menciona que Vincent que quedó fuera de la herencia familiar. E ignora el hecho que después de la muerte de Vincent y de Theo, la familia de Theo salió adelante gracias al legado de Vincent.
¿Conducta maníaca? Vincent era una persona con una voluntad de hierro en el camino de la creación, cuyo genio se fue esculpiendo a base de trabajo y trabajo, y que por sus talentos, al no plegarse al orden artístico imperante tuvo problemas, porque no se adaptaba a los cánones artísticos de la época.

La sociedad, su entorno social y artístico fue injusto con van Gogh, quien dejó un legado para la humanidad tan inmenso, y tan reconfortante emocionalmente, que el mirar, observar sus cuadros, nos produce una profunda cascada de emociones, nos llega al alma. Hoy las reproducciones de sus obras están por todo el mundo. Van Gogh, su obra, su biografía, invita a la reflexión a la comprensión del ser humano con una mirada amplia, sin los estrechos encasillamientos de los diagnósticos. Porque una afirmación es clara, Vincent está en su obra, él es su obra. ¡Qué pobre se nos ofrece un diagnóstico ante la mirada de la grandeza humana y artística de Vincent! No valen etiquetas. A Vincent las etiquetas también le pesaron. Las etiquetas sobre la cabeza de quien sufre hacen daño.

Algo importante hay que decir: Van Gogh en Saint-Rémy pudo pintar, pudo sacar su personalidad, porque no estaba constreñido con esas camisas de fuerzas que son las pastillas psiquiátricas, y su cerebro pudo seguir creando y realizando cuadros soberbios, obras maestras que nos llevan a la comprensión de la naturaleza humana.

Veamos alguna de las reflexiones y opiniones de Artaud.
Puede hablarse de la buena salud mental de van Gogh que en toda su vida sólo hizo que asarse una mano y, fuera de esto, no pasó de cortarse la oreja izquierda en una ocasión.
Porque lo que ataca la pintura de van Gogh no es un determinado conformismo de costumbres, sino el conformismo de las instituciones…
Con mayor razón, en la escena social, las instituciones se descomponen, y la medicina parece un cadáver inservible y hediondo que declara loco a van Gogh.
Siguiendo el pensamiento de Artaud, vemos que pone en juicio el concepto de salud mental, un constructo que obedece a patrones sociales, a visiones sesgadas del proceder de los otros, y que se magnifican o distorsionan según distintos criterios.
Ante la lucidez activa de van Gogh, la psiquiatría no es más que un reducto de gorilas obesos y perseguidos que para atenuar los estados más terroríficos de la angustia y asfixia humanas sólo dispone de una terminología ridícula, digno producto de sus cerebros tarados.
… no existe delirio en pasearse de noche con un sombrero coronado por doce velas para pintar un paisaje del natural; ¿pues cómo se las hubiera arreglado el pobre van Gogh para iluminarse?
En lo tocante a la mano asada se trata de heroísmo puro y simple, y en cuanto a la oreja cortada, no es más que lógica directa…

… ¿dónde está el lugar del yo humano? Van Gogh buscó el suyo durante toda su vida con una energía y una determinación singulares, y no se suicidó en un ataque de locura, sino cuando la conciencia general de la sociedad, para castigarle por haberse separado de ella, le suicidó.
… van Gogh llegó a infundir tanta pasión a la naturaleza y a los objetos en tal medida que cualquier cuento fabuloso de Edgar Poe, de Herman Melville,…o de Hoffmann, no superan en nada, a nivel psicológico y dramático, a sus telas…
Leyendo las cartas de van Gogh a su hermano he adquirido la firme y sincera convicción de que el doctor Gachet, “psiquiatra”, detestaba en realidad a van Gogh, pintor, y que le detestaba como pintor, pero por encima de todo como genio… manifestación de unos celos, tan conscientes como inconfesados.
El doctor Gachet fue aquel funesto camcerbero … de chaqueta azul y tela almidonada, puesta ante el pobre van Gogh para arrebatarle sus sanas ideas.
Lo que a van Gogh le importaba más en el mundo es su idea de pintor.
Van Gogh era una de esas naturalezas dotadas de una lucidez superior que les permite en cualquier circunstancias ver más allá de lo real inmediato y aparente de los hechos.
Si en lugar de habérselas visto con el Dr. Gachet en Auvers-sur-Oise, se las hubiera visto como yo con el Dr. Gaston Ferdiére de Rodez, van Gogh hubiera visto que le decían: usted delira, ya vuelve con su viejo delirio, Sr. Artaud, voy a mandarle de nuevo al electrochoque… Pero en tiempo de van Gogh el electrochoque no existía aún, el cardiazol, la insulinoterapia, y las demás terapias de traumatismo.
Nada le agradezco más a van Gogh que habernos dado aquella adorable y salutífera imagen de su habitación, cuya armonía supera a mi entender , tanto el cálculo diferencial como las teoría de los cuanta….

¿Un loco van Gogh?
Quien alguna vez haya sabido contemplar el retrato de van Gogh, aquel del sombrero flexible… no conozco, con una fuerza tan aplastante o a ningún psiquiatra capaz de escrutar un rostro humano, disecando su psicología como con un estilete… mirada lanzada hacia nosotros como el proyectil de un meteoro.
Van Gogh, el suicidado de la sociedad escrito por Artaud , publicado en 1947, es un texto sin parangón en la literatura contemporánea.
Es un documento de primera línea para comprender el hacer de la psiquiatría, el concepto de locura que rodeó la vida de estos dos genios de las artes, Vincent y Antonin, calificados de enfermos mentales, cuya estancia en los manicomios formó parte de sus vidas.
Artaud tira abajo las categorías diagnósticas, como elementos que indudablemente no abarcan a las personas, sino que las destroza, pone el acento en el mal hacer de la psiquiatría, es decir en sus técnicas, en el entorno social estereotipado, y en unos psiquiatras que clasifican y juzgan al ser humano con una visión muy corta, estigmatizante, dañina, sin comprender todo lo que del ser humano se les escapa, sin analizar su papel en una sociedad raquítica, estereotipada y alienante que les utiliza como elemento represor, y al lado del poder imperante, y sin cuestionar que muchos de los métodos que utilizan son dañinos, y que ocasionan un tremendo sufrimiento.
María Rosa Arija Soutullo
Psicóloga
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